No creo que ningún almeriense firme ni esté por el cierre del Calar Alto. Más bien al contrario. Desde la llamada izquierda se nos dice que el Pp va a acabar con el centro, desde la denunciada derecha que no va a tener problemas y que seguirá siendo un centro de referencia en Europa y en el mundo. Los amigos pidiendo firmas de apoyo, los trabajadores haciendo huelga y algunas ideas que quieren hacer del lugar una lonja para turistas interesados en los cielos estrellados. Todo centrado en que para terminar el año hacen falta seiscientos mil euros. Me parece de una ridiculez supina hablar de seiscientos mil cuando aparecen en los bojas y otros boletines subvenciones millonarios, las más de las veces con destinos ciertamente extraños. Que un complejo como el Calar luche por esa nimia cantidad, dice bien poco de la marca España y de los políticos que dicen defenderla. Pero así es la clase política que nos rige.
Son demasiadas semanas las que llevamos hablando del Calar Alto, esas cúpulas levantadas junto al peñón del Negro, y que recogía nuestra primeras subidas a la grandiosa sierra de los Filabres almerienses. Lo que no se ha explicado, o por lo menos yo no lo he visto publicado, es el número de trabajadores que tiene el centro, horarios, sueldos, cantidad que pone España, la que le corresponde a Alemania y todo lo relativo al funcionamiento del mismo. Si estamos defendiendo un centro que vive de subvenciones públicas es de lógica que se conozca hasta en qué se gastan el último céntimo que de los impuestos de los ciudadanos reciben. Entiendo que no es culpa de ellos, tendrían que ser los que aportan los dineros los que dieran a la opinión ciudadana todos los detalles, pero como los gestores del dinero público no quieren dar sus cuentas, tampoco están interesados ni obligan a que los que viven de subvenciones hagan un ejercicio de transparencia tal. Aquí lo mejor es que nadie sepa nada, que alguna nebulosa cubra las cuentas.
Y en esas estamos. Los trabajadores del Calar anuncian una semana de huelga. No un día o dos, siete. Para que se note que de la crisis no se salvan ni los investigadores del universo. Algunos contadores de estrellas si se han salvado de la crisis, por lo menos de la económica.
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