La mayoría de los jóvenes almerienses han dejado de ser mileuristas. Dicho así, hasta podría pasar por una noticia positiva si no fuese por el hecho de que lo que ha ocurrido en realidad es que el sueldo que perciben los hombres y mujeres que se sitúan por debajo de los 35 años apenas supera los 800 euros.
Lo que hasta no hace mucho era la barrera a superar, la de los 1000 euros, ahora esa cifra se presenta como el horizonte a alcanzar. Toda una quimera en los tiempos que corren si tenemos en cuenta que el poco empleo que se está creando en los últimos meses tiene el desolador perfil de la precariedad más absoluta.
Eslabones frágiles Nuestros jóvenes, de esta manera, se han convertido en uno de los eslabones más frágiles de la cadena de una crisis que, a ratos, se muestra insuperable para esta generación. Desde luego, será muy difícil salir adelante con una economía que no va a poder crecer en estas condiciones, o lo hará de manera imperceptible, si para ello depende de lo que gasten estos infra mileuristas con sus huesudos salarios. Estamos, por lo tanto, ante el bucle perfecto.
En este escenario, más empresarios de los deseados- generalizar sería injusto- están jugando un papel destacado al ofertar empleos de saldo, tanto desde el punto de vista de la calidad de los contratos como del sueldo propuesto, bajo la brutal lógica de que siempre habrá alguien dispuesto a trabajar por lo que sea. En ese ‘lo que sea’ muchos desaprensivos han encontrado un auténtico filón cuando las necesidades han comenzado a apretar.
Crisis Me refiero a aquellos que han descubierto en la crisis una oportunidad para aprovecharse de los demás de manera vergonzosa y que han visto colmadas todas sus aspiraciones con una reforma laboral que ‘está funcionando muy bien’, según presume Rajoy. Tan bien, que en Almería tenemos más parados que cuando ganó las elecciones. Igual debería de hacerse mirar eso con urgencia.
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