Ala misma Santidad por dos caminos y en dos contextos muy diferentes del zurradísimo siglo XX: el de Juan XXIII (Roncalli) y el de Juan Pablo II (Wojtyla). Eso se ajusta más que la idea de dos perfiles contrapuestos, e incluso reñidos, difundida estos días por algunos medios de comunicación.
Venía bien, además, para procesar las intenciones del Papa Francisco: si canoniza a alguien tan progresista como Juan XXIII junto a alguien tan conservador como Juan Pablo II se está blindando argumentalmente frente a quienes también a él, aquí y ahora, le colocan en uno de los dos bandos, progresista o conservador.
La imagen del actual Pontífice viene asociada a una preocupación eminentemente social. Incluso con algún pronunciamiento reprobatorio contra la ideología que hoy rige los destinos de la economía mundial. Según él, causa de muchas injusticias. No me lo invento, El Papa Francisco lo ha puesto negro sobre blanco en una exhortación apostólica difundida bajo el título de "Evangelii Gaudium" (La alegría del Evangelio). Y por si quedaban dudas, en su día hizo unas contundentes declaraciones contra un sistema que "mata a través de la exclusión y la inequidad". Incluido un llamamiento al compromiso de los políticos frente a la tiranía del actual sistema.
Nada del otro jueves tratándose de un seguidor de Leon XIII, que a finales del siglo XIX, ante las injusticias sociales que generaba el incipiente capitalismo, supo hablar de capital y trabajo en los nuevos sistemas productivos, las jornadas laborales, la intervención del Estado, la representación sindical, etc, sin renunciar en absoluto a su oficio de pastorear almas o a la misión de la Iglesia. Al revés, se trataba, y se trata, de tomar el Evangelio como fuente doctrinal en temas sociales. Básicamente, contra la desigualdad y la pobreza que agobiaban entonces y vuelven a agobiar ahora por la crisis.
Pues bien, en la línea de León XIII (Doctrina Social de la Iglesia) nos encontramos a uno de los Papas que acaba de ser canonizado por Francisco. Me refiero a Juan XXIII, que en un breve reinado espiritual (1958-1963), puso al día esa tarea de la Iglesia en la defensa de la Justicia Social. No como ideología sino como una proyección de la ley natural, de modo que, junto a la verdad y la libertad, sean el asiento de la convivencia y de la paz entre los pueblos ("Pacem in Terris").
En cuanto al otro papa canonizado, Juan Pablo II, el contexto y las circunstancias personales forjaron una figura muy distinta. Pero no menos implicada en los problemas de su tiempo, más políticos que sociales, que le convirtieron en actor clave del "anticomunista" en un ajedrez internacional marcado por los últimos años de la guerra fría, mientras reprobaba la llamada teología de la liberación en Latinoamérica, con la inestimable colaboración de Ratzinger, que luego sería Benedicto XVI y actualmente es el Papa a la sombra, que no en la sombra, y ha debido apadrinar la canonización compensatoria de Juan Pablo II.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/59490/canonizacion-compensatoria