ExpoLevante

Los comienzos fueron difíciles: provisionalidad, improvisación, ingenio, trabajo y más trabajo

Antonio Felipe Rubio
23:44 • 08 may. 2014

Desde la primera edición de ExpoAgro y, salvo tres años destinado en Murcia, me precio de conocer el desarrollo de casi todas las ediciones de una feria agrícola que nació con la pretensión de alcanzar la importancia que iba imprimiendo la agricultura almeriense. Es decir, que ExpoAgro tendría que ser el reflejo del esfuerzo y pujanza del sector. 


Los comienzos fueron difíciles: provisionalidad, improvisación, ingenio, ilusión, trabajo y más trabajo. Ramón Gómez Vivancos, inquieto visionario de la potencialidad almeriense, impulsó una feria que, entre otras cosas, abrió los ojos a unos capitalinos que desconocían, ignoraban e, incluso, despreciaban al sector que logró sacar a Almería de la ignominiosa condena del mineral, la legaña y el esparto. Agricultura, energía solar, turismo… ahí estaba el futuro de Almería, y había que enseñarlo a propios y extraños. Para Ramón existía un componente fundamental: la complicidad. Había que involucrar a todos los almerienses en una “empresa” de todos. El agricultor no podía estar sólo, sin el apoyo de la sociedad; pues esa sociedad tenía entonces una percepción del agricultor muy injusta, casi ofensiva, en tópicos, mitos y leyendas. 


Entre tablazones, estructuras ajadas, corrientes de aire, goteras… y la angustia itinerante de la incertidumbre, discurrió la ExpoAgro con más ilusión que recursos y, por supuesto, con el aditamento imprescindible para no desistir: ilusión, profesionalidad y orgullo.




Como es lógico, los políticos estaban a lo suyo –esto no de ahora-. No había apoyos, subvenciones, aliento… sólo aparecían cuando la foto. Es más, cuando la “conjunción planetaria”: PSOE en Madrid, Sevilla, Andalucía, Almería y el 90% de los pueblos la ayuda del Gobierno se centraba en impedir la proliferación de invernaderos porque no había agua para regarlos (famosa avioneta de Tomás Azorín). Esos momentos fueron muy difíciles para otro gran presidente de la Cámara de Comercio, José Vallejo, un onubense que luchó como el mejor almeriense enfrentándose al todo poderoso gobierno con la campaña “Almería sin Salidas”. Contado ahora, parece una fabulación; pero en aquellos momentos no había agua para regar, carreteras para comercializar los productos (puente de Rioja, Cañarete…) ni nadie que apoyase la agricultura ni estableciese una racionalización económico-social que ha derivado en duras críticas, “sucesos” e intento de desprestigio para los productos almerienses. 


Acabo de visitar ExpoLevante-Níjar y he recordado los mejores momentos de ExpoAgro: agricultores, profesionales de empresas auxiliares, equipamiento, tecnología… y mucha ilusión.




Celebro que el alcalde, Antonio Jesús, haya logrado su propósito consolidando una feria por el simple procedimiento del esfuerzo y la profesionalidad, sin concesiones a intereses espurios y, centrando el objetivo en la irrenunciable personalidad agrícola, ha logrado persuadir al sector de que ExpoLevante es el lugar adecuado para el agricultor; porque no hay petulancia, impostación e injerencia.


Insisto, he visitado ExpoLevante y he recordado lo mejor de ExpoAgro cuando primaba la profesionalidad y la independencia. 




Es una lástima que, con tanto San Telmo, Cluster, Storming, Extenda, misiones, estilográficas, genuflexiones y mamandurrias los directivos de la Cámara de Comercio (actual mastaba de la ExpoAgro), no aprovechen para visitar ExpoLevante y aprender cosas tan sencillas y verdaderas como


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