Aguirre y Monedero

Se vio a ambos en su salsa cuyos ingredientes son la arrogancia y soberbia

Rafael Torres
22:37 • 15 oct. 2014

E speranza Aguirre y a Juan Carlos Monedero les separa no un mundo, sino un sistema planetario entero, pero, pues "los extremeños se tocan" que diría Muñoz Seca, ambos cultivan la arrogancia y la soberbia en su modalidad hispánica más rancia: "¡Usted no sabe quién soy yo! ¡Usted no sabe con quién está hablando!", parecen espetarle a la humanidad que les circunda todo el rato y por cualquier cosa. Y ello no parece fruto únicamente de un afán de notoriedad insaciable, revelador de algún complejo cuya determinación y análisis exceden las limitaciones de ésta columna y del que la escribe, sino de ese cierto gen de energumenismo e intolerancia que no ha logrado eliminar de nosotros, los españoles, la cultura democrática de la que carecemos.


En el acto de conciliación por la querella de Podemos contra Esperanza Aguirre por haber ésta acusado en repetidas ocasiones a la formación de financiación ilegal y de connivencia con ETA, se vio a ambos en su salsa, que es la salsa cuyos ingredientes principales son los ya señalados, arrogancia y soberbia, y cuyo fuerte sabor lamina las gotas de ideología que, como el limón en la mahonesa, lleva. La una, desatada, retadora, amenazadora, buscando ansiosamente las cámaras y los micrófonos, dándose pisto, dejando bien sentado que ahí estaba ella, la privatizadora, la impertérrita superviviente de accidentes de helicóptero y asonadas asiáticas, la ácrata millonaria y de derechas, la burladora de guardias. El otro, tachando de "argucia legal" el hecho de que el juez le solicitara el preceptivo y razonable poder notarial que le identificara como representante de la parte acusadora. "¡Es que no sabe quién soy yo, con lo que salgo en la tele!", vino a decir el muchacho, indignado por esa "argucia" que, simplemente, impide la suplantación en los procedimientos judiciales.


Aguirre y Monedero, Monedero y Aguirre. La vieja y la nueva política, la nueva y la vieja, machihembrándose en la mañana lluviosa. "¡Usted no sabe quién soy yo!" Los extremeños se tocan.







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