Repensando los municipios desde EQUO

La enorme crisis económica, social, energética, ambiental y política en la que vivimos, que se concentra de manera especial en las ciudades, requiere soluciones combinadas que den respuestas simultáneas a todas ellas. Los próximos cuatro años van a ser decisivos. En una situación en la que los líderes mundiales son incapaces de llegar a acuerdos para hacer frente a la pobreza o al cambio climático y en la que se gobierna al dictado de la codicia de los mercados, los municipios pueden mostrar otro camino, pueden promover otra economía basada en los empleos verdes y el bien común, pueden actuar frente a la pobreza, pueden reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero impulsando un nuevo modelo energético, y pueden enseñar que se puede gobernar a favor de la ciudadanía y no de los mercados. 

Motor de la transición Los municipios están llamados a ser el motor de la transición hacia el nuevo modelo que la sociedad demanda. Aunque son agentes de cambio fundamental y no permanecen ajenos a los grandes desafíos, no pueden hacerles frente en solitario. Cuestiones como los problemas del modelo de financiación municipal, el desdibujado marco competencial de las Comunidades Autónomas o algunas características del sistema electoral vigente, se encuentren en la base de muchos de los problemas que hoy presentan nuestros municipios. Los ejes clave de la política municipal, en este nuevo modelo, deben ser la cooperación política, la lucha contra la impunidad, el desarrollo de una economía local al servicio de las personas, el respeto a los límites ecológicos del planeta y el cambio cultural. Siempre asumiendo el papel fundamental de la mujer en este nuevo modelo de sociedad. 

El momento que estamos viviendo exige propuestas electorales que sean un contrato claro con la ciudadanía para el cambio hacia la sostenibilidad y la justicia social, donde se plasmen compromisos y medidas concretas, con indicadores y rendimiento de cuentas. Todo ello de una manera transparente y participativa.

Queremos ayuntamientos que fomenten la democracia prospectiva, es decir, la posibilidad de decidir democráticamente cómo queremos que sea el futuro, y que esa decisión determine los procesos de planificación de nuestros municipios. Necesitamos una administración abierta y transparente, cercana a la ciudadanía; pero también una ciudadanía que quiera, pueda y sepa aproximarse a los procesos de planificación y gestión urbana.

La crisis de sostenibilidad económica, social y ambiental que estamos viviendo es también una oportunidad para construir un nuevo modelo eco-económico basado en la sostenibilidad social, económica y ambiental, con una economía al servicio de la ciudadanía. La economía verde o sostenible, social y solidaria, puede aportar más empleo y de mejor calidad que ninguna otra opción de desarrollo económico. Toda actividad económica debe de respetar unos mínimos estándares, coincidentes con los valores en dignidad, solidaridad, sostenibilidad, equidad, participación, cooperación y transparencia. 

Para construir una nueva economía que genere empleo, debemos de asumir e integrar herramientas como la compra pública ética, el comercio justo, los presupuestos participativos, la banca ética o el consumo responsable.

Esta crisis, como otras, está teniendo mayores repercusiones sobre quienes menos tienen. La apuesta por la sostenibilidad social implica no dejar que nadie se quede atrás. Los recortes sociales de los presupuestos estatales y autonómicos están debilitando las prestaciones de educación, sanidad o servicios sociales, afectando indudablemente a las personas más vulnerables. La acción local debe considerar esta situación y favorecer, en la medida de sus posibilidades, la igualdad de acceso y de oportunidades al conjunto de la ciudadanía y combatir la pobreza y la exclusión social.

Los municipios son corresponsables de los daños ambientales que están destruyendo el planeta, pero también de sus soluciones. Es urgente acometer medidas de transición que nos lleven hacia los pueblos y ciudades basadas en una mayor capacidad de autosuficiencia y autonomía. Todo ello bajo el principio “Piensa global, actúa local”.