Diré, para ir situando las cosas, que me parece lamentable que el panorama ferroviario de Almería siga siendo, en 2014, tan penoso y desesperanzador como cuando tenía que usarlo con frecuencia por razones académicas hace muchos años. Quien, como yo, haya pasado demasiadas noches de litera infame y bollería espesa atravesando estaciones manchegas, sabe bien de lo que hablo. Lo he escrito muchas veces y no me importa repetirlo: es una vergüenza que los almerienses sigamos condenados a tener al tren por enemigo cuando en muchas otras provincias significa comodidad y progreso. Me expreso así como un almeriense normal que siente y padece con normalidad y que, con esa misma normalidad, dice que le parece lamentable que ni éste, ni los anteriores gobiernos, hayan conseguido conectar todavía a Almería con un tren de altas prestaciones. Como espero que esto haya quedado claro, diré ahora que lo que no me parece normal es que haya políticos almerienses que sean capaces de dejarse poner un ronzal para salir a decir que las carencias y miserias que cualquier almeriense es capaz de ver no existen o que, de existir, son culpa de otros. Y así los mismos que son capaces de apreciar la evidente carencia que supone la falta de AVE, no son capaces de reconocer que la Junta de Andalucía ha mentido y golfeado a los almerienses con el prometido y olvidado hospital materno infantil. De hecho, en un descomunal ataque de desvergüenza comparecieron públicamente en la sede provincial del PSOE para decir que el responsable de que ese hospital (que según el cartel que los muy gandules no han querido ni quitar, debería estar inaugurado el pasado mes de junio) no esté hecho es… ¡el presidente provincial del PP! Hace falta tener la cara no ya dura, sino con la textura de un búnker para salir con semejante majadería. ¿Pero no estaba presupuestado y todo? Luego nos extrañamos de que la gente esté harta de este impresentable juego y que las encuestas salgan como salen.
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