Uno se siente personalmente bobo cuando una juez argentina ordena la detención de dos ex ministros de Franco y otros políticos prehistóricos para acusarles de delitos contra la humanidad.
Me explicaré.
Uno, que pasó varios años militando en la clandestinidad antifranquista, se desgañitó gritando aquello de “libertad, amnistía y estatuto de autonomía”. ¿Recuerdan? Era una parte importante para conseguir la paz y la democracia. Y se consiguieron.
La amnistía llegó, a trancas y barrancas, pero llegó. La ley definitiva: la del 15 de octubre de 1977. Se trataba, en esencia, de hacer borrón y cuenta nueva para fabricar así una sociedad más justa y fraterna.
A consecuencia de amnistiar los recientes delitos de ETA salieron de la cárcel unos 90 criminales etarras, del GRAPO y similares. En agradecimiento, algunos de esos mismos terroristas se pusieron inmediatamente a matar de nuevo. Con más saña e intensidad que antes, incluso.
Ya ven qué cosas.
Aun así, llevamos 47 años consecutivos de democracia en España: algo que no había ocurrido nunca en este país y de lo que pueden presumir pocas naciones.
Ahora viene una señora argentina, María Servini de no sé qué, a removerlo todo. ¿No estaban amnistiados todos los delitos de intencionalidad política cometidos en nuestro país hace 50 ó 70 años?
Según algunos, al parecer no. Pero también, según eso, habría que pedir la vuelta a la cárcel de todos los etarras y demás asesinos amnistiados.
Como se ve, es cuestión de óptica. Intentamos todos los días reescribir la historia a nuestro gusto: cambiando retrospectivamente las leyes, pasándonos la Constitución por el forro, votando la última ocurrencia de alguno y hasta añorando lo que nunca ocurrió. ¿Somos simplemente ingenuos? ¿O somos algo más perverso y complicado que eso?
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