Magnífico, señor Rector

Escribía hace unos días acerca de la burbuja universitaria que, a mi juicio, emanaba como consecuencia más llamativa de la vergonzante hipocresía en la que ha sido descubierto uno de los adláteres del apóstol de la coleta, cobrando por una beca universitaria diseñada y concedida a medida y que desatendía con descaro mientras iba dando clases de ética megafónica. Ya digo que lo de menos es el indigno comportamiento de estos caraduras redentoristas, puesto que lo que subyace tras la noticia es el nivel de cuchipandismo de la universidad pública española, relegada a puestos testimoniales en el escalafón de las universidades más prestigiosas e influyentes del mundo. En este sentido, no me resisto a comentar una reveladora anécdota del reciente y floreado paso por la Universidad de Almería de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, como descubridora de un monolito contra la violencia de género elaborado con mármol de Macael, el mismo que la Junta despreció para restaurar su palaciega sede oficial, para el que prefirió mármol italiano. Pues bien, ante los periodistas que cubrían el acto, el Rector Magnífico de la UAL, Pedro Molina, solicitó que nadie hiciera preguntas al margen del monolítico acto. Es decir, que el Rector de la universidad que presume en su lema de estar “A la luz de la sabiduría”, se interpuso como escudo humano ante la presumible incomodidad de las preguntas a su Gran Jefa. Esta obsequiosa actitud, que de haber sido protagonizada por otro habría sido merecedora de bien fundamentadas críticas, demuestra que el actual Rector, además de no conocer a la prensa almeriense también desconoce los límites del concepto “ridículo”. Cuando el máximo dirigente de una universidad pública andaluza interioriza su misión confundiéndola con la del felpudo que da la bienvenida a la república independiente de su Campus, comprendemos parte de las razones por las que ninguna universidad pública española es importante hoy en el mundo.