Las reglas del juego tienen que cambiar y, para ello, hay que ir buscando las diferentes piezas que pueden ser herramienta para el cambio de este sistema que ya está agotado y que no funciona. La crisis parece que no va a tener fin y los brotes verdes, de los que tanto nos hablan, los pintan a base de botes de pintura. Hay que establecer un nuevo modelo económico que priorice el bienestar ciudadano, por encima de los intereses del mercado y del capital; y uno de estos pilares es ya la Economía del bien común (EBC). En España ya hay municipios que se rigen por los principios; son muchos los ya adscritos a esta reciente corriente que los grandes economistas mundiales miran con interés. Miranda de Azán (Salamanca) y Carcaboso (Cáceres) han sido los primeros en iniciar este cambio de economía tomando las riendas de su futuro en este mundo globalizado.
La Economía del bien común es un proyecto económico abierto a empresas y que ha sido promovido por el profesor de Economía en la Universidad de Viena y cofundador de Attac, Christian Felber. Felber propone cambiar las reglas del juego, unas reglas radicalmente opuestas a las que han desencadenado la crisis que arrancó en el 2007 y cuyas graves consecuencias arrastramos. Hay que empezar a utilizar principios que representan valores humanos como: confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión, entre otros. En las empresas y administraciones a ir quitando los que rigen la economía actual, que solo fomenta la competitividad y los valores financieros. En el que se intenta acumular la máxima cantidad de bienes materiales y de riqueza monetaria. Si una empresa va bien o no se verá en su beneficio financiero. El incremento del capital es el máximo objetivo y no la satisfacción de las necesidades básicas. Hay que garantizar además la participación política, la seguridad, el entorno ecológico y sano. Y que no se evalúe a las entidades de crédito por su viabilidad financiera, sino también por su viabilidad ética que limite las desigualdades y se base en la cooperación y no en la competitividad. El sistema monetario actual está al servicio de una minoría y prueba de ello es el incremento de las desigualdades que ha creado: este sistema sigue beneficiando a los más ricos. La ciudadanía tendría que determinar en procesos democráticos los objetivos de los bancos centrales y la elección de sus representantes. “No se pueden permitir casos como los de las “Black Cards” de Caja Madrid. Ni los fondos buitres, los bancos fantasmas, los bancos sistémicos, los paraísos fiscales, las rentas sobre el capital y la especulación. Desde la EBC se apuesta por el pleno empleo, el trabajo consentido, la distribución de la riqueza justa, menos pobreza, menos exclusión, los ecosistemas sanos, etc.”, nos insiste Felber. EQUO será el primer partido en el que su ideario de Economía, entre otras herramientas para este cambio profundo y democrático que necesitamos, contemple la Economía del bien común.
El balance del bien común de una empresa se mide por la dignidad humana, la justicia, la sostenibilidad ecológica y la democracia con sus proveedores y clientes. En los productos que ahora compramos no está indicado si provienen de empresas que promueven la esclavitud infantil; si hay desigualdad entre hombres y mujeres; si se respetan los derechos humanos; si hay guerra; si viven en una dictadura; sobreexplotan el medio ambiente, etc. Estos valores también son importantes para los consumidores. Y como dice la famosa frase del consumo: “Quien compra, manda”.
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