A Tierno Galván se le atribuye esta frase: “ Los programas electorales están para no cumplirlos”. Muy probablemente el desahogo del viejo profesor pertenece menos al cinismo que a la experiencia. La política se asemeja a veces al amor. Ningún conquistador de una mujer comienza su requiebro inicial confesando que él que es un gandul de siete suelas y que quiere vivir explotando a los demás sin dar un palo al agua. Más bien dirá lo contrario: se pondrá como modelo humano bajo el pavoneo de estar en posesión de todas las virtudes imaginarias. Guapo, inteligente, trabajador y con una herencia supermillonaria en Puerto Rico. Estamos viendo cómo todos los partidos se confeccionan ahora su programa de cara a las próximas elecciones. Todos aspiran a la consecución de una mayoría que les permita gobernar. Ahora bien, la sociedad está compuesta por clases, familias o capas sociales. No se le puede decir a los ricos lo mismo que a los pobres, a los empresarios igual que a los espaldas desnudas sin dónde caerse muertos. Si pones un impuesto a las grandes fortunas, puedes imaginar que éstas te mirarán con recelo y tal vez se vayan del país. Si aumentas los salarios provocarás también el déficit y la escapada del emprendedor. El programa requiere pues un tacto especial para ganarse la simpatía del ciudadano sin despertarle el miedo, el rechazo. Después de esta introducción de colegio concertado, quisiera recordar los dimes y diretes que se traen los socialistas con Podemos. Los dos partidos aspiran a ser ellos mismos pero en realidad vive uno dentro del otro coincidiendo y copiándose en muchos puntos. La renta básica, el impuesto a los ricos, el fondo de viviendas para los excluídos, la reforma laboral, el banco ciudadano, la socialdemocracia, la gestión de la deuda, etc serían patrimonio de la izquierda. El partido de Pablo Iglesías que comenzó como un fogonazo en medio del volcán parece hoy asustado de su propio éxito empeñado en parecerse al PSOE. Y el partido del verdaderos Pablo Iglesias, o sea, los socialistas lo que quieren es empujar hacia la izquierda a los de la coleta como si fueran un rebaño impropio. Vamos a ver cómo termina el encuentro. No lo tiene fácil la socialdemocracia en medio de un capitalismo del colmillo retorcido que además está vigilado por la eurozona. De ahí los cambios de programa.
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