Hepatitis C

El casi millón de afectados en España de Hepatitis C tiembla, sobre todo aquellos a los que la dolencia deteriora rápidamente

Rafael Torres
23:05 • 26 dic. 2014

Se calcula que once personas fallecen al día en España a causa de la Hepatitis C, pero, en realidad, no mueren a consecuencia de ese virus, sino de la letal desidia del Gobierno, que, por considerar demasiado caro el tratamiento que les salvaría la vida, no pone a su disposición, ni a la de los médicos que les atienden, el fármaco milagroso, el Sofosbuvir, con cuyo empleo se consigue la curación en el 95% de los casos.


Eso de que once personas mueren cada día por desatención sanitaria, que mueran por no tener dinero, por no ser ricas y no poder pagarse de su bolsillo el tratamiento salvífico, es un crimen y una indecencia. Un crimen por razones obvias, por omisión del deber de socorro que el Estado, del que depende la Sanidad Pública, tiene con sus nacionales, particularmente con los más necesitados, y una indecencia, una monstruosidad social, porque nos devuelve a las cavernas, al sálvese quien pueda, a la ferocidad de la supervivencia del más fuerte (el más rico), y, con ello, a la destrucción del fundamento de la sociedad civilizada, que no es sino el apoyo mutuo y la solidaridad.


En tanto el Gobierno marea la perdiz con la farmacéutica, y se va de vacaciones, y suelta como escalofriante limosna navideña una insignificante partida para adquirir algunos pocos medicamentos, el casi millón de afectados en España de Hepatitis C tiembla, sobre todo aquellos, muchos miles, a los que la dolencia deteriora rápidamente día a día. Tal es la Navidad para ellos y sus familias, y tal se presenta el Año Nuevo para los que a él lleguen. Diríase que el Gobierno de Rajoy no quiere que nada ni nadie le fastidie sus ficticias cuentas de "recuperación económica", pues de otro modo no se explica que no busque los recursos donde sea, retrayéndolos de tanta majadería en que se gastan o del botín de los que tanto nos han robado, para salvar la vida de todos esos compatriotas.




Once personas al día mueren, pero podrían seguir viviendo con el Sofosbuvir. Pero es caro, y los que mandan deben pensar que todas esas vidas no merecen el gasto.






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