Hace pocos días nos hacíamos eco de los 118 periodistas muertos el año pasado. Por desgracia la lista de desaparecidos suma y sigue también este año nuevo. Cualquier ciudadano sensible que esté un poco al tanto de lo que ha costado en Occidente conseguir la democracia y sus legítimos frutos como son la libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión, tiene que vivir hoy convulsionado por lo que acaba de suceder en París. Esta vez se trata de un ataque terrorista en la redacción de una revista de humor con consecuencias terribles, doce muertos y once heridos muy graves. Si tuviéramos que simbolizar gráficamente este suceso por medio de una imagen trágica tendríamos que recurrir a un dibujo del propio semanario “ Charlie Hebdo” que representa un tintero volcado del que no sale tinta sino sangre. Como han repetido tantos medios se trata de un ataque a la libertad de prensa en Europa y por ende en todo el mundo civilizado. En plena modernidad hay todavía pueblos que parece que vivieran en la Edad Media. No vivieron el Renacimiento ni la Ilustración; tampoco brotó en ellos una burguesia revolucionaria que impusiera la industrialización y el progreso; así que quedaron como paralizados bajo un inmóvil concepto teocrático que aún no ha aprendido a distinguir entre idea y creencia en sentido orteguiano. Hay quien afirma también que este fenómeno nada tiene ver con el islam bien entendido. Sin embargo, lo que nadie puede negar es que el yidahismo se retroalimenta de odio y de viejos rencores con una inquina muy especial contra los medios de comunicación y sus personajes más característicos como son los periodistas que cultivan el humor. El fanatismo no tiene fisuras. Actúa en bloque como una plancha de acero. Aquí bien poco tiene que hacer la ironía, la gracia alada del chiste de doble o triple sentido, la caricatura bienintencionada. Estos grupos desconocen el humanismo inteligente que sabe reírse de uno mismo. De ahí que los extremistas aparezcan armados hasta los dientes como si fueran incapaces de las más mínima negociación piadosa. En fin, por si no teníamos bastante con la crisis económica ahora la islamofobia siembra el pánico en el mundo libre.
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