Hoy son radicales islámicos, ayer la Inquisición o las Cruzadas. Un buen amigo mío dice que el problema son las religiones. Todas. Yo voy más allá, y en contra de esa opinión me viene a la memoria la reciente muerte del hincha de un equipo de fútbol. Da igual apelar a la religión, la ideología o el deporte. Para el fanático, cualquiera de esos aspectos no son más que la excusa para dar rienda suelta a los monstruos que esconde.
El problema no es qué pensamos, sino cómo pensamos. Cómo nos aferramos a nuestra verdad; cómo hacemos de nuestra idea un dogma y cómo defendemos ese dogma con irracionalidad exacerbada. Igual que un burro con orejeras, no somos capaces de ver más allá de nuestras narices. Como profesora, pongo mucho cuidado en no "contaminar" a mis chicos con opiniones o posturas personales propias de mi ámbito privado. Pero sí que hay un concepto que defiendo de manera recurrente: la importancia del respeto. El Respeto hacia las opciones de los demás, sean del tipo que sean. Respeto ante la diversidad de género, de culturas, de creencias, de orientación sexual, de historia, de equipo deportivo. Qué más da.
"Profe, ¿y la literatura para qué sirve?" Para qué sirven la historia, la escultura, la pintura, la música, la filosofía. Para qué sirve un poema. Por qué las Humanidades. Hoy me viene esta cuestión a la mente porque siempre respondo que las humanidades sirven, precisamente, para ayudarnos a continuar siendo humanos. Despiertan nuestra sensibilidad, nuestras emociones, para bien o para mal; nos ayudan a pensar de manera independiente, a decidir, a cuestionar, a ser críticos con la realidad. Nos convierten en personas y no en corderos o burros con orejeras. Y nos enseñan que somos tantos y tan diferentes que una verdad única e incuestionable sería algo imposible, de modo que el camino más inteligente acaba siendo elegir nuestra verdad, nuestras opciones, y respetar a los que eligieron otras. ¿Por qué la creatividad? ¿Para qué el arte? Para mí está claro: es indiferente que se trate de una novela, un cuadro, un poema, una melodía… o una viñeta cómica. El arte, amigos míos, es nuestra mejor arma contra la estupidez.
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