Mientras las palanganas doblan en apresurado tedéum por las agrupaciones socialistas, permítanme que no incida (por reiterado) en el coste del anunciado, previsto e incluso filtrado adelanto electoral diseñado por la presidenta Susana Díaz, y que también pase de soslayo por el diagnóstico temperamental de los antojos o caprichos de esta señora. Lo que vengo a preguntarme ahora es por el balance real de esta legislatura prematuramente abortada. ¿De qué nos ha servido a los andaluces este pacto de perdedores PSOE-IU?
Recuerden que tras las últimas elecciones autonómicas, la insuficiente victoria del PP propició un acuerdo de despacho que coaligó a las dos fuerzas que quedaron inmediatamente por debajo en número de votos, formando un gobierno compartido que, a la larga y si nos fiamos del desvergonzado diagnóstico ofrecido por la propia señora Díaz ayer a mediodía, se ha consolidado como una sensacional fórmula de generación de “inestabilidad”, elemento argumental que al final ha precipitado el desenlace escénico del gobierno andaluz. Insisto en mi pregunta. ¿De qué ha servido a los almerienses este experimento? Miren las cifras del empleo, repasen con sus hijos el estado de los barracones de su colegio, pónganse malos y vayan a urgencias, miren a ver si le han devuelto la paga, echen un vistazo al estado de la Casa Consistorial, súbanse a la primera piedra del hospital materno-infantil, vayan en coche a Macael o disfruten con la imagen de las “falsas humedades” de la Alcazaba. Eso sí, hemos podido descubrir que la máxima responsable de todo este desbarajuste nos lleva en el corazón y que, gracias al pacto, los almerienses hemos descubierto la existencia de una Oficina del Vicepresidente de la Junta. Y es que no se trata de inestabilidad, sino de inoperancia, inutilidad, inacción e ineficacia. Eso es lo que habrá que cambiar de una vez por todas.
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