En este pueblo donde vivo no tenemos un frío intenso. No obstante, un siberiano como yo necesita encender la chimenea, pasar las horas mirando las llamas y oler el perfume a bosque de la leña seca. Probablemente es una concesión a mi memoria infantil. Luego está, claro, la televisión, la única posibilidad viajera de un jubilado. Cuando terminan las tertulias y se da fin al drama cotidiano de los telediarios, aparecen esos grandes reportajes de la sobremesa que estudian la naturaleza y la vida salvaje. Me encanta ver inmensas planicies nevadas sean de Estados Unidos, de Rusia o de Alaska. Como decía el experimentado autor del Kempis: “Cuanto más trato a los hombres, más quiero a mi perro”. Y en efecto: me interesa sobre todo la fauna abandonada a los rigores extremos. Un petirrojo pica en las duras piñas de los pinos hasta extraerle la semilla. Una liebre huye que se las pela por el campo nevado. Seguramente sorprendió los ojos voraces del lince. Poco a poco, conforme se va la aurora de rosados dedos y velo azafranado, que diría el Ciego inmortal, aparece un tranquilo alce arrastrando a su cría casi recién parida. ¡Cómo la mira el tigre desde lo alto los alto del collado! A esto le llaman el equilibrio de la vida natural que no es más un pugilato constante entre la vida y la muerte. Una cabra se ha quedado congelada. Tiene encima un montón de nieve. La astucia del zorro para sacarla de la nevera. Cuando se enteran los lobos de la buena noticia allá que viene la manada a celebrarlo. De vez en cuando, el cámara del reportaje nos ofrecer bellísimas flores salvajes cuyo nombre desconozco. El oso duerme en su cueva. Dicen que está acumulando grasa para librarse del frío. Poco a poco el invierno se marcha. Aparece el primer anuncio de la primavera. En los ríos del norte, tenemos luego el gran festín de los osos devorando salmones . ¡Lo que hay que hacer para sobrevivir! El hombre, inventor de las quinielas, de los derechos humanos y de la Seguridad social, no se ha librado aún de ciertos tics más propios de cuando vivía a la interperie. Aún quedan vocablos que lo recuerdan. Existe un capitalismo que adjetivan salvaje porque obedece al principio del pez grande se come al chico. Algunos desahucios de hoy tienen relación con los fondos buitres. Rafael Hernando invita a Bárcenas a lavarse la boca con legía. El extesorero , hecho un búfalo, replica: “ EL de Guadalajara es una culebra que se arrastra por los suelos para subir”.
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