No hay nada mejor que un titular con una llamativa procacidad para excitar la atención de la audiencia. Es un viejo recurso que despierta la curiosidad del lector seducido por una pulsión indeclinable hacia las reminiscencias escatológicas que se remontan a una infancia parcelada de tabúes y recato que se liberaba con caca, culo, pedo, pis… y, como en el fondo somos niños grandes, pues se aprovecha para evocar el énfasis de la inconsistencia a través de la estética abrupta.
“¡Qué coño hay que hacer para que Rajoy venga… y tal y tal!” Lo importante de este “discurso” de Pedro Sánchez es desviar lo sustancial hacia lo gestual. El taco ha sobrepasado las barreras de la indeseable truculencia (cuenten los “coños” que se prodigan en cualquier guión de cine español o teleserie). El taco se ha convertido en una modulación del lenguaje que magnifica, atenúa, exalta, denigra… Pero, aun superadas las formalidades, la corrección es previsible y deseable en discursos de cierto nivel. Y es de esperar de un parlamentario que su expresividad se acomode a códigos de comunicación menos truculentos, salvo que la escasez de argumentos se supla con la elevación del tono y la estridencia.
Pedro Sánchez pretendió, con toda la intención, llamar la atención de la audiencia con una expresión de la factoría de ideas progresistas que llevase al límite de la exasperación una pretendida imagen de inacción de Rajoy al no apresurarse a visitar la ribera inundada del Ebro. Por otro lado, aplicando la reversibilidad y de haberse apresurado Rajoy, hubiese recibido idéntica reconvención “¡Qué coño hace Rajoy paseándose ante las cámaras cuándo lo que se necesita es trabajar con urgencia!” Y es que no hay nada como estar en campaña para que cualquier decisión se despeñe y no hay cojones para saber qué coño hacer para agradar.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ya era un grisáceo diputado con el Gobierno de Zapatero tras derogar el Plan Hidrológico Nacional, y no mostró ninguna inquietud por reactivar el PHN que contó con mil doscientos millones de euros de fondos de la UE para realizar una ambiciosa y necesaria obra de infraestructuras que, entre otras muchas acciones, contemplaba la laminación de avenidas, defensas de ribera, mejora y ampliación de regadíos, abastecimiento industrial y urbano… y el trasvase del Ebro para abastecer las cuencas deficitarias de levante y sureste (Almería).
Ya puede Pedro Sánchez proferir coños y mecagoensos que no le van a eximir de su indeleble complicidad en las perniciosas decisiones de esa calamidad conocida como Gobierno de ZP. Sánchez pretende maximizar el dontancredismo de Rajoy con la exhibida genitalidad que adornó la derogación del PHN, porque así les salió del pijo (saludos a los también perjudicados murcianicos).
Aprovechándose de que somos niños grandes nos tratan como tales, carentes de juicio y memoria. Y alguien habrá que diga que Rajoy ha tenido tiempo de retomar el PHN; y aclaro que lo prioritario era y es llegar a final de mes con la que nos dejó ZP.
Perdimos toda esperanza de recuperar los millones de Europa, y la UE nos diría que no estaba -ni aún está- el horno para bollos.
Esto no tiene arreglo. Ahora, Susana Díaz promete la creación de la oficina/observatorio/atalaya contra la corrupción. ¡Pero qué coño! La única oficina que conozco relativa a corrupción es la de los ERE, cursos de formación y la de los cafelitos que montó Juan Guerra; y lo hizo ni más ni menos que en la Delegación del Gobierno de Andalucía. ¡Ya hay que tener cojones, coño!
*Ruego disculpen la inducida y coyuntural licencia. Gracias.
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