¡Qué nivel!

“Entre los muchos casos de vergüenza que aguantamos todos los días, destacan dos excepciones”

Kayros
23:40 • 06 mar. 2015

La corrupción política está dejando al país en una cámara oscura difícil de definir. Se habla de “ciénaga”, de “carajal”, de “reino de la mierda” entre otras lindezas más o menos poéticas. En teoría una campaña de elecciones debería servir para conocer mejor la sociedad que tenemos y sobre todo para buscar soluciones a nuestros problemas. Pero, por desgracia, los partidos no optan por la claridad, sino por el zarpazo. Más de una vez me he acordado de esa selvática comida de las fieras donde hay un león egoísta que quiere comer solo. Al acercarse una hiena o un buitre cañorrero, la bestia lanza un lengüetazo que hace desistir del convite a cualquier invitado. Anteayer ya tuvimos pruebas del talante de la campaña electoral que se avecina. Aparecieron los recursos escatológicos del lenguaje soez y tabernario. Rafael Hernando, en plan niño bien, peinadito y con la moral intacta de hijo de Papá Estado, tachó de “Naranjito” al líder de ciudadanos. ¡Qué nivel intelectual para arrieros! Si por lo menos hubiera hablado en catalán, como prescribe el libro de campaña, quizá se hubiera notado menos la infamia.¿Qué le pasa al PP que ni siquiera aguanta a un primo hermano? Quizás sea el egoísmo animal del león, rey de la selva, ¿Ah con que quieres gobernar tú también? Voy a llamar al guadalajareño del Frutosol para que te arregle la fama intelectual de hombre educado. Y esto no ha hecho más que empezar. Acabo de leer a un político de la oposición venezolana que dice que allí escasea más la racionalidad que el papel higiénico. También aquí discutimos como monos encima de los árboles. Menos mal que entre los muchos casos de vergüenza que aguantamos todos los días, destacan al menos por ahora dos excepciones. Me estoy refiriendo a Angel Gabilondo y a García Montero, dos hombres bien situados, profesores de Universidad y sin la indigencia hambrienta del enchufe, que se atreven a complicar su existencia en beneficio de una política más limpia y clara. La imagen vulgar de un catedrático de Metafísica sería la del despistado convulso que vive en el reino de las ideas, por no decir en la luna. Sin embargo, de lo que se trata es de lo contrario, de bajar a la realidad y pisar el barro, como dice Pedro Sánchez. Por lo que respecta a García Montero, su valentía merece también aplauso en medio de un partido siempre peleón y contradictorio. Se trata desde luego de un poeta, y esto se nota. 







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