Catadore para todo

El municipio de Huércal Overa acoge estos días Degustho Festival Gastronómico de Almería, un encuentro en el que concurren firmas y nombres de nuestra gastronomía junto a un ramillete de bodegas con las mejores cosechas de sus lagares. A esta cita no ha faltado la bodega Lauricius, de Abrucena, que  se afana en dotar de mayor calidad y riqueza a sus vinos. Numerosos degustadores y catadores hacen gala de esta peculiaridad patria y continental. El paseíllo habitual  entre puesto y puesto, entre chiringuito y chiringuito, siempre me recuerda a un jubilado americano, afincado en el Levante que durante años residió en el West Side de Nueva York. 

Dada su larga estancia en nuestra provincia, el veterano americano sabía  tanto o más que los expertos nativos en cuanto a degustaciones de viandas autóctonas y de zumos de Baco. A su llegada a Europa no le causaron extrañeza alguna los concursos y las catas de nuestros vinos, aunque sí sentía sincera admiración por las narices de oro. En el transcurso de una dilatada conversación estival compartimos la opinión del avance de una innegable homogeneización del mundo que culturalmente nos empobrece más, sobre todo por la desaparición  de la diversidad en todos los ámbitos a manos de las grandes multinacionales, de manera especial en el campo de la alimentación. Apuntaba el americano a modo de ejemplo la capacidad de McDonald`s para ofrecer a sus clientes todas las variedades de platos y recetas según el país de ubicación. 

Tal vez por ello desde su asentamiento entre nosotros valoró estos encuentros gastronómicos y, por supuesto, las catas de vinos y la capacidad de los catadores para diferenciarlos. Hay catadores para todo, me decía el yanki  socarrón  entre una  picarona sonrisa. 

Al cabo de algunos años de amistad me confesó que él había ejercido en su país de catador de Coca-Cola porque la bebida nacional americana  tiene su propio sabor según la planta embotelladora. ricana  tiene su propio sabor según la planta embotelladora.