Mientras asistimos, en muchos municipios, a alianzas y pactos políticos que están dejando a “Juego de Tronos” a nivel infantil, vemos como la vieja política está muriendo y está naciendo una nueva con, cada vez más, nombre de mujer. Ada Colau y Manuela Carmena son solo los nombres más conocidos, y que hoy ya serán alcaldesas de grandes ciudades como Barcelona y Madrid, en el tintero se quedan miles más que, de manera silenciosa, trabajan en sus municipios, en sus barrios, en sus casas. Llevan haciendo nueva política desde hace años, construyendo desde lo común, apostando de manera cooperativa y que, por primera vez, han encabezado las listas para gestionar sus ciudades. Uno de los grandes retos democráticos y participativos, que nos encontraremos en los próximos meses, será la participación de las mujeres en los espacios de confluencia a nivel social y político. Las mujeres han empezado a liderar los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad.
Dice Rosa Martínez, politóloga y coportavoz federal de EQUO: “el sistema en el que vivimos es posible gracias al trabajo invisibilizado de las mujeres”. Hay mujeres que llevan haciendo durante años nueva política, que construyen desde lo común, de manera cooperativa, poniendo lo mejor de sí y no siempre siendo visibles. Siempre el paraguas masculino está presente y no deja brillar con luz propia el trabajo silencioso que hacen muchas de las mujeres, para hacer de éste un mundo más justo, democrático y solidario. Las ciudades pensadas en femenino serán espacios más bellos, donde se ponga en valor el trabajo de los cuidados, los que tradicionalmente, vienen llevando a cabo las mujeres y que no son visibles por la sociedad. Hay que incorporar a las mujeres a la vida pública laboral, cultural y política. Las mujeres tienen que ser visibles en la vida política, y en el resto, para que todos podamos ver que es posible llegar. Tiene que llegar el momento en el que si le preguntan a una niña: ¿qué quieres ser de mayor? pueda decir con total libertad y normalidad: quiero ser presidenta. Hay que trabajar los liderazgos femeninos, que no sean una simple comparsa o un jarrón de adorno para que a sus partidos se les llene la boca con lo de la paridad. Encontramos muchas mujeres en los partidos tradicionales con grandes capacidades, pero que son eclipsadas por sus propios compañeros de partido. Consigamos crear espacios amables para que las mujeres puedan participar en política, ya que encontramos impedimentos tradicionales y condicionantes que limitan nuestra participación o, también, nos desmotivan. Los espacios para trabajar tienen que ser más abiertos, más transparentes, más democráticos; en estos espacios hay más mujeres participando que en los sectores jerarquizados. No hay que renunciar a la paridad o a las listas cremallera: hay que asegurar la experiencia de las mujeres y, para ello, es necesario crear nuevos espacios de participación amables para nosotras. Muchas tendrían que ser visibles, para que no sigan siendo referentes políticos mujeres como Angela Merkel o Esperanza Aguirre, que se sienten cómodas en la política hecha por y para hombres.
El cambio es ahora y será con nosotras o no será, porque sin mujeres no hay política ni sociedad democrática.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/84650/la-mujer-y-la-politica