La idea de centro la puso en boga la UCD. Los hijos del régimen franquista sospecharon que para hacerse de nuevo con el poder había que alejarse de los partidos enfrentados en la guerra civil, para lo cual llamaron a todas las familias moderadas. Duraron muy poco, la verdad, porque pronto la UCD se deshizo como un azucarillo y el principal personaje aglutinador de aquel tiempo se vio en la necesidad de dimitir. Quedó, no obstante, un principio para la ciencia política de este país y que hay que ocupar el centro si se quiere ganar las elecciones. Hasta el PSOE tuvo que hacerse su cambio de cara renunciando al marxismo. Hoy es el PP el que quiere ocupar el centro de la UCD para lo cual ha iniciado una guerra contra lo que Rajoy llama la “ izquierda radical”, o sea Podemos, partido “a las ordenes de Venezuela” y PSOE de Pedro Sánchez a quien acusa de haber perdido su antigua centralidad. Como si fueran las oscuras desbandadas de Gengis Kan, los socialistas deben recluirse en las montañas a pan y agua hasta esperar que acabe el reino de la moderación encarnado por los exfranquistas que todavía no renuncian a los símbolos del dictador. Menos mal que el pueblo no es tan tonto como para no darse cuenta de que existe otro radicalismo mucho más pernicioso. Está en la raíz del sistema y de ello acaba de dar buena cuenta en las elecciones del 24 de mayo. Veamos, grosso modo, algunos signos sobre la falta de centralidad en el mismo PP. Para mí el despido libre es una putada. No digamos nada de los desahucios. ¿Qué les parece los sueldos de los alcaldes que se van en relación con los que humildemente llegan? Ada Colau va a ganar 2.200 euros frente a los honorarios de Trías, cuatro veces más altos. Manuela Carmena ha dicho que ganará poco más de cuarenta mil euros. De la señora Botella, exalcaldesa del PP, se comenta que apilaba cien mil del ala. El nuevo mandatario del consistorio de Cádiz asegura que cobrará lo mismo que como profesor, y si no fijamos en los gestos, el alcalde de Valencia entra en el ayuntamiento en una bicicleta semiarrumbada hace tiempo. Estos son los datos que debieran comentarse, fruto tangible del cambio, en vez de machacar sobre el radicalismo. Para la gente que no puede llegar a fin de mes, la centralidad tiene otro nombre menos misterioso.
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