Este fin de semana han muerto dos personas ahogadas en las playas del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Cada año se repiten sucesos como estos pero cada año, igualmente, estas tragedias se diluyen entre las noticias ligeras del verano, como si no fuera con nosotros o como si tuviésemos que aceptar que en esta época es inevitable que haya personas que se ahoguen en nuestras playas. La culpa es del viento de levante, apuntaban algunas informaciones, pero pocos exigen responsabilidades ni se cuestionan nada: ¿por qué no hay socorristas en las playas más conocidas y con mayor afluencia de gente?, ¿por qué no se informa del peligro del mar a los bañistas, muchos de ellos desconocedores del riesgo cuando arrecia el viento, las olas y las corrientes traicioneras?
Ya es hora de tomar cartas en el asunto. Señores políticos de la Junta de Andalucía o de los Ayuntamientos de Almería, Níjar o Carboneras* –me da exactamente igual el color político-: hay una serie de playas que deberían tener socorristas, además del aparcamiento que religiosamente han instalado en algunos de los accesos a estos lugares. Por cierto, con precios abusivos. Pero esta es otra cuestión. Las Salinas, Mónsul, Genoveses, la Cala del Plomo y la Playa de Los Muertos, fundamentalmente, deberían contar con estos servicios. Y si la excusa es que cuesta dinero, que se pague con lo recaudado en los lujosos aparcamientos o que se patrocinen los puestos de socorristas. Algunos llevamos años denunciando esta situación lamentable, pero sigue sin hacerse nada. A veces me pregunto si tiene que morir una persona famosa para que se actúe de una vez. ¿Eso cambiaría las cosas? Estoy convencido de que se formaría un escándalo y vendrían a Almería todos los medios de comunicación nacionales y denunciarían lo que unos cuantos llevamos haciendo años sin recibir respuesta. Pero, claro, son personas anónimas las que fallecen ahogadas, las que ocupan las noticias durante un par de días y a partir de ahí volvemos a nuestro verano relajado y sin preocupaciones.
Los responsables políticos darán otras razones para no hacer nada. Como que las playas citadas no son urbanas, algo que les ha importado poco para poner los aparcamientos, del que generan unos ingresos que los ciudadanos, por cierto, deberíamos saber dónde acaban. Podrán seguir dándonos excusas, pero el sentido común y la lógica sostienen que los bañistas deben estar informados y protegidos. Una información que el mismo sábado fatídico no existía en la Playa de Los Muertos, en la que estuve pasando el día: no había ninguna bandera, ni roja ni de ningún tipo, con la que informar a los visitantes. Increíble.
Podríamos apelar a la responsabilidad de los bañistas. Por supuesto. Aunque no siempre existe la percepción del peligro, sobre todo entre quienes vienen de fuera. También podemos argumentar la imposibilidad de ofrecer socorristas en todas las playas del litoral. No lo pretendemos. No se pueden poner puertas al campo, no podemos acabar con el riesgo de forma absoluta. Siempre lo habrá. Pero, desde luego, en nuestra mano está ofrecer información, por un lado, no solo con las banderas sino también con carteles a pie de playa explicando los peligros en días de oleaje, y, por otra parte, con la protección prestada por socorristas en los lugares mencionados. Habremos avanzado mucho y a buen seguro no tendremos que lamentar tragedias evitables. Esperamos respuestas.
*Leo hoy lunes en La Voz de Almería que el Ayuntamiento de Carboneras cuenta este verano con veintiséis voluntarios que vigilan la Playa de los Muertos. Perfecto. Pero no olviden poner las banderas rojas.
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