Las elecciones generales, según acaba de afirmar el presidente, serán a final de año. Ambiente prenavideño. El corazón recién visitado por ese “buenismo” que antecede a la Nochebuena. Ya no será ocasión de acordarse críticamente de Gúrtel o de los ERES andaluces. Adiós a lo malitos que hemos sido y a lo mucho que nos gusta la pasta. Perdón general para los partidos. Algún obseso reincidente tal vez comente lo duro que se ha vuelto Rajoy con Pedro Sánchez a quien llama títere y portamaletas de Podemos. Si alguien se atreviera contestar al gallego que es un chamarillero del voto a fuerza de bajar impuestos, tampoco sería una “boutade” extraparlamentaria. Se prevé que los presupuestos estén listos para el 4 de agosto. Todavía con el moreno de la playa y recién llegados de las bien merecidas vacaciones, hala, a discutir sobre las cuentas públicas. Último debate de la legislatura. A dejarlos todo listo para diciembre que será el clamar y el crujir de dientes.
Para esos días, ¿qué cosas no se habrán dicho de Podemos? Como poco que Pablo Iglesias es otro Alexis Tsipras. Que la ruina de Grecia puede trasladarse a nuestro país si no votamos a la derecha. Tal vez se ha comentado escasamente que el desastre griego no es cosa de los seis meses últimos sino de muchos años anteriores con gobiernos no precisamente maoístas. Pero volvamos a la ciencia ficción. Casi todo el mundo ha visto normal que Rajoy adelante la bajada de impuestos. Los portavoces del PP niegan que sea una medida electoralista. Es más: dicen que un presidente hace lo que más conviene en cada momento. Estas razones no las tuvieron en cuenta con Susana Díaz. ¡Qué no despotricaron contra la presidenta andaluza! Las elecciones autonómicas eran un disparate, un muestra del delirio mocloíta de la señora.
Ahora lo sabemos, la mayoría absoluta no pudo conseguirse, pero el PP dio un curso de fino desdén en lo que respecta a la prisa que tenía por colaborar. Por eso digo que tampoco hay echar las campanas al vuelo ni siquiera en Navidad. El mayor escándalo que me produce la corrupción es ver a ciertos señorones con fama de católicos y buenísimas personas llevándose el dinero a espuertas como si nada sucediera.
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