Ser almeriense y pertenecer a la “Generación Subway” de la Editorial Playa Ákaba es todo un reto. La colección “Generación Subway”, en prosa y en relato, es un trabajo literario en el que la metáfora del metro, el tren y la ciudad aparece como imagen y “de cómo la hipercomunicación propia de este siglo puede redundar en la deshumanización, la soledad y el aislamiento del individuo” puntualiza la Editorial. La visión almeriense va a dotar a esta generación de escritores y poetas de una visión nómada del tránsito por el desierto; sin tiempo; sin prisas. Con la mochila cargada de libros, libretas, lápices, apuntes, órdenes del día, informes, cargadores varios para el móvil, fruta, doctorados, chocolate negro y mucha actitud zen.
Dice el humorista Paco Calavera: “…La cosa está en impedir que los almerienses salgan de su tierra. Que pongan una cúpula como la novela de Stephen King, así tampoco escucharán las quejas”. Y salimos como nómadas un día antes de nuestras citas, de este “paraíso isla” al que luego regresamos, o incluso llegamos a cambiar agendas y horarios de juntas directivas, grupos de trabajo, presentaciones culturales, etc. Eso sí, tenemos poco margen para improvisar agendas y que no se dañe la economía familiar o de los diferentes colectivos. Y nos quejamos: ¡vaya que si nos quejamos! Podrán decir que lo hacemos cada cuatro años, pero es que cada cuatro años es cuando están receptivos nuestros políticos a atendernos, es cuando nos abren la puerta y se sientan a escuchar con aparente interés, y digo aparente porque en décadas no ocurre nada. Todo es lento, muy lento, casi imperceptible; como el tiempo en las estaciones abandonadas por la desidia. Ellos y ellas, senadores y diputados, salen de la provincia sin problemas porque ellos tienen disponibilidad y facilidades para viajar en avión u otros medios más confortables. No hay problema: se lo pagamos entre todos y todas. No hay que levantar sospechas sobre el por qué nos organizamos para pedir unas mejores comunicaciones con la provincia. El trabajo de los que nos representan debería de ser velar por la provincia, pero parecen temerosos de no aparecer en la foto si se mueven. Un día sí y otro día también, tendrían que posar en el mayor attrezzo político que nos han hecho: las obras del AVE. Y en los túneles tapados posar sin pudor como suelen hacer con el resto de cosas. Califal (plataforma ciudadana contra el abandono de las líneas ferroviarias) vuelve a reunir a la ciudadanía almeriense más activa para denunciar, una vez más, la situación de abandono en que se encuentran nuestras líneas ferroviarias. Así que no se extrañen que volvamos a exigir que se ponga en la agenda política una vez más: entramos en elecciones y ante el ostracismo de décadas solo nos queda la organización.
No voy a negar que para mí el viaje en tren sea mágico. En esa larga travesía ocurren hechos fantásticos: magia en su vagón de la cafetería, el paisaje va cambiando a cámara lenta, no hay tiempo porque no sabes cuándo vas a llegar y los arbustos, con un poco de viento como en el farwest, adelantan a la vieja locomotora. Esto no es un relato de ciencia ficción de “Generación Subway”, es la cruda realidad contada en primera persona de los que vivimos en una isla cada vez más lejana.
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