La guerra de Irak

Kayros
01:00 • 29 oct. 2015

A esta hora yo debería estar redactando el consabido artículo sobre el Halloween y el mal estado de los cementerios, pero  se me ha cruzado un acontecimiento tremendo que cambió mi vida periodística. Me refiero a la guerra de Irak. Tony Blair, quizá cansado de ejercer de asesor internacional y de forrarse con sus conferencias millonarias, ha sentido un brote de arrepentimiento y ha pedido  perdón por su contribución en aquella carnicería. 
Rápidamente nos hemos acordado todos de Aznar. ¿No habrá tenido nuestro ex presidente, fundador de FAES, la misma contrición en la  introspectiva soledad de la madrugada? Pues no, parece que no. Es más, todavía defiende que lo de las armas de destrucción masiva era una verdad como un templo. No le bastó la actitud extrema de aquel  sabio británico , experto en física nuclear, que no pudo aguantar tanta mentira y se quitó la vida para no tener que ver lo que  se avecinaba. Ahora ya podemos hablar en pasado. Y lo que sucedió fue que invadieron Irak valiéndose de una trampa muy bien urdída por los servicios secretos. En realidad no hubo armas de destrucción masiva, tal como demostraron los inspectores enviados por el mismo Bush, sino el presunto deseo tácito de destruir a Hussein y de hacerse con los pozos de petróleo. Desde entonces todo ha ido mal en aquella zona. Irak está dividió por diversas familias étnicas. De los muertos ya nadie lleva la cuenta, y la paz social no llega. Por otro lado aquí en España no podemos olvidar los gestos de Aznar con los pies sobre la mesa y ese aire tan suyo de salvador de la humanidad. De poco sirvió que el pueblo español se echara a la calle protestando contra la mentira organizada. Los ministros  del PP aplaudieron hasta romperse las manos. Años después, cuando tiene lugar el 11-M, estos mismos ministros arropan otra mentira, la  imaginaria autoría de ETA. A Aznar le interesaba que los españoles no  rebobinaran el desastre  de los trenes con lo que había sucedido en Irak. Esto le hizo a Zapatero ganar por segunda vez las elecciones. Y ahora estamos en vísperas de elecciones. El discurso del PP será sin duda que no triunfe la izquierda para que el pasado no vuelva. Sin embargo hay pasados que no se pueden olvidar.







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