Abrir colegios y hospitales a diario

Jose Fernández
01:00 • 10 nov. 2015

Ahora que la sociedad española vuelve a estar obnubilada por la “renovación”, entendida como concepto universal que periódicamente aparece y desaparece de nuestra escena sociopolítica, creo que a nadie se le ha ocurrido aún -de entre la larga lista de transformaciones que también se desempolvan cada poco- proponer una revisitación del modo en que se siguen celebrando los mítines políticos hoy, tan parecidos a los primeros que volvieron a hacerse tras la muerto Franco. 
Ya se sabe que a estos actos sólo acuden ahora los concernidos por razones de índole partidaria o simplemente económica y que ya no pasa como al principio de nuestra joven democracia, cuando había gente que acudía a los mítines de todos los partidos por comparar y sacar conclusiones. Mientras que todo o casi todo ha evolucionado  en la escena política, los mítines no se renuevan. No cambia, tampoco, la licencia sobre la hipérbole  que se concede a los oradores. Es decir, que se tolera un cierto nivel de exageración y simplificación, como si por alguna razón se pudiera tratar como bobos a todos esos afiliados, dependientes y simpatizantes que sacrifican varias horas de su fin de semana reuniéndose a escuchar algo que ya conocen. Pero una cosa es forzar la figura y gustarse para complacer al respetable y otra bien distinta reírse del personal. Sin ir más lejos: el pasado sábado en un mítin del PSOE celebrado en Viator, la presidenta de la Junta, Susana Díaz, dijo a los almerienses allí reunidos que ella no tenía tiempo de asaltar el cielo, “pero sí de abrir hospitales y colegios a diario” (sic.) Francamente, no sé qué es peor, si la oceánica desvergüenza de la señora de la primera piedra y los barracones o la descriptiva mansedumbre de los almerienses que, después de semejante pavoneo, la aplaudieron a rabiar. El día que los mítines dejen de ser una epifanía de planitud encefalográfica habremos dado un paso.







Temas relacionados

para ti

en destaque