Se acerca una de las fechas más importantes de los últimos años para el Planeta y todos sus moradores. Entre el 30 de Noviembre y el 11 de Diciembre, se celebra en París, la XXI Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas, a la vez, totalmente contrario y contradictorio se está urdiendo un tratado de libre comercio, más conocido por sus siglas en inglés TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones): nos hacen vivir en una esquizofrenia colectiva de la que sólo nos muestran, por puros intereses comerciales, la cara amable.
La semana pasada, atravesando la Península con un anticiclón que hacía que en días y en cientos de kilómetros a la redonda no se viera ni una nube, a la altura de Manzanares, ya se apreciaba en el horizonte la famosa “boina de contaminación” sobre Madrid, a consecuencia el Ayuntamiento ha tenido que activar, por primera vez en la historia, medidas restrictivas para episodios de alta contaminación, debido a los altos niveles de dióxido de nitrógeno. Nos estamos envenenando y parece no importarle a nadie. Entre bambalinas se está cociendo el “gran acuerdo comercial”, y que en materia al cambio climático no van a poner medidas para solucionarlo. El acuerdo del TTIP apuesta por el gran consumo energético del petróleo o con prácticas agresivas e irreversibles, como el fracking o las arenas bituminosas, con el consiguiente daño al medioambiente por el aumento de las emisiones de anhídrido carbónico y su repercusión al calentamiento global, más conocido como cambio climático. El Tratado que se está negociando entre la Unión Europea y los Estados Unidos está bajo perniciosas presiones de las grandes multinacionales, si se aprueba tendremos entre muchas: una gran pérdida de los derechos sociolaborales y un retroceso de los compromisos ambientales vigentes en Europa. El TTIP apuesta claramente por el uso de los combustibles fósiles: favorecerá a las grandes petroleras frente a las energías de emisión cero de CO2. Los recursos naturales, por tanto, se verán bajo presión y el aumento de los gases invernadero, causantes del calentamiento global, ponen en peligro el propio objetivo de la Unión Europea para el 2020 del paquete de energía y clima del 20-20-20. En Marzo del 2007, los líderes de la UE se comprometieron a reducir para el 2020 el consumo de energía previsto en un 20%, cifra que equivale a cerrar 400 centrales eléctricas. En octubre de 2014, acordaron un objetivo de ahorro energético de más del 27% para el 2030. Aunque el compromiso de los Estados miembros está claro, el documento borrador del tratado de libre comercio se contradice, ya que en Enero del 2015 prometió velar por las leyes europeas que contienen un alto nivel de protección medioambiental, porque no obligará a ratificar las decisiones ambientales internacionales que se tomen en convenciones del mismo ámbito, como la Cumbre de Paris. La UE prometió, sobre el TTIP, que “apoyaría los objetivos climáticos, mediante la promoción del comercio y la inversión en bienes y servicios ecológicos” pero en el borrador de energía del tratado se señala “un compromiso jurídicamente vinculante en el que se garantice la libre circulación de petróleo y gas”.
En los próximos días nos jugamos mucho, quedando casi en segundo plano las elecciones generales del país, hay otras escalas donde se está jugando el futuro del planeta. La Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas puede alcanzar los máximos acuerdos históricos, pero si se aprueba el TTIP, gestado a la sombra a favor de las grandes multinacionales, ni las generales ni la UE ni las Naciones Unidas podrán hacer nada para que tengamos un planeta más habitable para todos y todas.
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