“Querido señor director: le escribo para trasladarle mi más profundo malestar con el departamento de cobros de su entidad financiera, que me ha remitido una nueva carta reclamando el pago de mis deudas. Es cierto que en mi cuenta tengo en este momento un primer y único euro –que deposité como usted recordará con mucha solemnidad en su sucursal- y que esa disponibilidad no cubre lo adeudado. Pero eso no significa en modo alguno mi renuncia a pagar mi deuda. Es más, para mí, pagar esa deuda es algo prioritario. Ya sé que tengo mi nómina embargada y que no tengo ingresos mensuales de ningún tipo; pero como le digo, eso no altera en modo alguno mi voluntad de pagar mi deuda. Insisto: aunque no tenga dinero hoy, ni tampoco lo vaya a tener en el futuro, mi compromiso para cubrir mi deuda es más firme que nunca, porque entiendo que eso es lo que demandan de mí la sociedad, el sistema bancario y mi elevado sentido de la ética pública. Por tanto, usted debe entender esta carta como demostración de mi permanente voluntad de diálogo y como reflejo, además, de mi constante defensa de los valores de la tolerancia, el respeto mutuo y la igualdad entre acreedores y acreedoras. Mi deuda es culpa de la crisis generada por la voracidad de la banca, y ello me obliga a reprogramar mi política de inversiones. Por tanto le anuncio mi intención de presentarle una solicitud de crédito que, considero, podría suponer el inicio del restablecimiento de la normalidad en nuestras relaciones. Fuentes sindicales ya han mostrado su apoyo a esta solicitud y varios ciudadanos concienciados han creado plataformas partidarias de mi reivindicación. Le invito, por tanto, a que se sume al consenso y a que no busque la confrontación.” Y ahora vaya con esta carta a su banco y siéntese a hablar con su director. Si a la Junta del PSOE de Sevilla le sirve, a usted también le debería servir.
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