Los inicios de Abengoa se remontan al año 1941. En una Andalucía golpeada física, moral y económicamente por la guerra civil, dos valientes ingenieros, Javier Benjumea y José Manuel Abaurre, lograron reunir 180.000 pesetas y crearon la que con el paso de los años se ha convertido en una multinacional puntera en innovación, ingeniería y energía. Hace cinco años, el propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, citó a Abengoa en una de sus alocuciones radiofónicas semanales como una empresa referente.
Abengoa tiene hoy cientos de ingenieros andaluces esparcidos por todo el mundo. La empresa tiene presencia en ochenta países y cuenta con sede propia en 35. El compromiso de Abengoa con Andalucía, especialmente con Sevilla, es inequívoco. En Andalucía y en España paga sus impuestos a pesar de que el 85 por ciento de sus ingresos se generan fuera. En 2009, en plena crisis económica, los Reyes inauguraron en Sevilla el Campus Palmas Altas (CTA), un gran complejo de 96.000 metros cuadrados con siete edificios, diseñado por el arquitecto británico Richard Rogers y que supuso una inversión de 132 millones de euros. Este complejo se ha convertido en un emblema para la ciudad, donde Abengoa emplea nada menos que a 4.000 personas de alta cualificación, la mayoría ingenieros procedentes de toda Andalucía y del resto de España. Es el 15 por ciento de la plantilla total con la que cuenta en todo el mundo, unos 25.000 trabajadores. Por todo esto no resulta extraño que la Junta de Andalucía haya mostrado públicamente su preocupación por el estado de la empresa e incluso haya solicitado a la banca el apoyo necesario para que ésta pueda solventar las dificultades que la atenazan en estos momentos.
Pero el problema de Abengoa no tiene fácil solución. Su deuda financiera bruta asciende a 8.903 millones, de los que 3.076 son financiación de proyectos y 5.827 son deuda corporativa. De esta deuda corporativa, 3.450 son obligaciones y bonos. Además, según el balance de la compañía, tiene “pasivos mantenidos para la venta” por importe de 9.240 millones, de los que 8.140 corresponden a su participación en Abengoa Yield, empresa cotizada norteamericana. Tiene también saldos con proveedores de 5.469 millones. En total la deuda de Abengoa es de 23.612 millones de euros.
Hoy en día la capitalización bursátil de Abengoa no alcanza los 400 millones de euros. Es decir, si compráramos todas las acciones de la sociedad, necesitaríamos menos de 400 millones. 400 millones para una deuda de más de veinte mil. ¿Cómo se come eso? El futuro de Abengoa está lleno de complejidades y requiere de todos (bancos, bonistas, proveedores) de una gran responsabilidad... y generosidad. Exactamente lo contrario que la irresponsabilidad y avaricia que han demostrado sus gestores, que, en plena crisis, se han repartido más de 30 millones de euros en indemnizaciones y más de 40 en dividendos.
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