Produce una enorme tranquilidad observar a nuestros políticos jugar con el ábaco, encerrados con el juguete de la aritmética, tanto en Madrid como en Barcelona, calculando con cuántos diputados pueden joder al contrincante, porque eso es una señal inequívoca de que ya están resueltos los problemas que nos preocupan a la mayoría de los españoles: el paro, la crisis y el terrorismo yihadista.
Durante la campaña electoral casi todos los candidatos nos mostraron hasta enternecernos lo preocupados que estaban porque uno de cada cinco españoles en edad de trabajar no puediera hacerlo, pero pasadas las elecciones, de manera milagrosa, el problema ya está resuelto, y prueba de ello es que ningún líder político lo menciona, de la misma manera que la tímida recuperación económica debe presentar ya un crecimiento espectacular, porque como sabe cualquier economista un país sin gobierno, en prolongada inestabilidad, anima mucho a los inversores extranjeros a jugarse su dinero, con la emoción de no saber si se cambiarán las leyes o si seguirán las mismas.
Y, menos mal que, de vez en cuando, aparece el ministro de Interior para darnos cuenta de alguna detención de estos apóstoles de la degollina, lo que significa que, al menos, la Policía y la Guardia Civil siguen trabajando y vigilando a estos seres humanos que no aguantan la existencia de otros seres humanos que no piensen exactamente como ellos.
Y no acaba aquí la satisfacción, porque parece que los Reyes Magos nos traerán nuevas elecciones para la primavera, a la que acudiremos cantando como adolescentes, agradecidos por estos aspirantes a servidores públicos que ya pueden dedicarse a sus cosas, a sus cuentas, a sus juguetes de sumas y restas, toda vez que España no tiene ya ningún problema.
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