Pregunta: La sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático parecen ser ideas contrapuestas a la de una agricultura absolutamente tecnificada. ¿Cómo se contempla esta aparente contradicción desde su punto de vista?
Respuesta: La incorporación de tecnología a la agricultura no conlleva necesariamente una pérdida de sostenibilidad ambiental. En el caso de la horticultura protegida, el reto es optimizar la tecnología en cada zona climática que garantice la mayor rentabilidad posible al productor, con el menor impacto ambiental. Fijémonos por ejemplo en tres recursos fundamentales: agua, energía y suelo. Desde el punto de vista del agua, a medida que controlamos más los factores de producción (clima del invernadero y suministro de agua y fertilizantes), es decir, incorporamos tecnología de control climático y sistemas de cultivo donde podamos recuperar y reutilizar el drenaje, la eficiencia en el uso del agua, medida como la cantidad de agua que se necesita para producir 1 kg de producto, crece. Así, un invernadero de Almería supone un aumento importante en la eficiencia del uso del agua respecto a los cultivos al aire libre, pero en un invernadero de alta tecnología, esa eficiencia en el uso del agua también crece espectacularmente frente a un invernadero pasivo. Si hablamos de energía, indudablemente los invernaderos de la región Mediterránea, donde Almería es la referencia, tienen la enorme ventaja respecto a los invernaderos altamente tecnificados del Norte, como Holanda, de su escasa o nula dependencia de la energía fósil.
Sin embargo, en países como Holanda, la incorporación de nuevas tecnologías a los invernaderos está permitiendo que los consumos de energía fósiles por parte de los productores estén bajando de forma llamativa. Hace 15 años un productor de tomate holandés recolectaba una cosecha anual de unos 50 kg/m2 y para ello gastaba más de 50 m3/m2 de gas natural. Hoy en día recolecta unos 65 kg/m2 y gasta unos 33 m3/m2, gracias al uso intensivo de pantallas de ahorro de energía, vidrios más transmisivos, sistemas de dehudificación mecánica, etc. A nivel de investigación, usando dobles cubiertas (doble vidrio, o vidrio/film) hemos hecho ensayos en nuestra organización donde hemos bajado del umbral de los 10 m3/m2, consumos que ya podrían ser cubiertos con geotermia, biomasa, eólica,... convirtiendo a los productores holandeses en virtualmente cero dependientes en energía fósil. Si estos sistemas no se han extendido comercialmente es porque los precios actuales del combustible son bajos y no hay incentivo para cambiar, pero si la dinámica de precios cambiara, existe la tecnología para que la producción en zonas frías reduzca casi totalmente su dependencia de la energía fósil, y siga siendo rentable. En cuanto al suelo, la tecnología permite producir más en menos espacio. Por tanto, no hay contradicción, tecnología no es igual a menos sostenibilidad, siempre y cuando se utilice la tecnología adecuada en cada clima y en cada contexto socioeconómico.
P: Nanotecnología, sensores inalámbricos, materiales inteligentes..¿Estamos ante una revolución agrícola?
R: Sin lugar a dudas estamos ante una revolución. La población en el planeta crece exponencialmente y proporcionar alimento a toda esa gente es un reto mayúsculo. Para producir alimentos sanos, de forma sostenible con el ambiente y en gran cantidad se necesita una gran revolución tecnológica que ya está en marcha. En el caso del invernadero, los materiales inteligentes permitirán en un futuro que la radiación que penetra en el invernadero en cada clima, para cada cultivo, sea en cada momento la óptima en cantidad y calidad espectral; además, se desarrollarán todo tipo de membranas semi-permeables que permitirán un intercambio de gases (CO2, vapor de agua, etc.) más controlado entre distintos compartimentos en el invernadero o entre el invernadero y el exterior. Los sensores inalámbricos permitirán conocer en tiempo real, no solo el microclima en muchos puntos distintos del invernadero, sino parámetros del cultivo como la fotosíntesis, el estado hídrico, la incidencia de plagas o enfermedades, se podrá predecir la cosecha inmediata y la cosecha a medio plazo, etc. Estos son solo algunos ejemplos representativos, luego está la automatización de tareas de cultivo, el uso de robots para distintas tareas como recolección, deshojado, etc.
P: Los modelos agrícolas de Holanda y de Almería ¿están cada vez más cerca o más lejos desde el punto de vista tecnológico?
R: No me gusta hablar de cerca o lejos. Como he dicho antes cada región climática y cada contexto socioeconómico y comercial requieren de soluciones tecnológicas distintas. En Almería, por su clima, y por su ciclo de cultivo de cara al invierno, el invernadero pasivo complementado con uso puntual de determinadas tecnologías en función del producto final (ej. pantallas de sombreo o ahorro de energía, uso de refrigeración evaporativa,de sistemas de calefacción pasiva, etc.) es seguramente la solución que mejor rentabilidad garantiza en vista de los precios de venta que los productores vienen obteniendo.
En Almería, los productores que han dado un mayor salto tecnológico lo han hecho porque producen una especialidad o tienen un mercado que les permite garantizar mayores ingresos. Si no hay un producto y un mercado que pague más, no es rentable dar el salto tecnológico, y eso los productores de Almería lo saben y por eso la superficie de media y alta tecnología en Almería es muy limitada. Sin embargo, creo que en Almería no se han explorado los límites del invernadero pasivo. Si se mejoran la estructuras para mejorar la radiación en invierno (más pendiente, uso de máquinas para limpiar el techo del invernadero de suciedad al menos una vez al mes, etc.) unido a la optimización de la ventilación natural gestionada por controladores sencillos de clima, supondría un incremento muy importante de cosecha y calidad como han demostrado diversos centros de investigación en Almería.
En cuanto a Holanda, la rentabilidad pasa por conseguir cosechas muy elevadas, y para ello hay que optimizar todos los factores de producción (clima, nutrición, manejo del cultivo, etc.) y todo ellos reduciendo los dos principales gastos de cultivo que son la energía y la mano de obra. Y para ellos estamos investigando intensamente, mano a mano con los productores y las empresas de la industria auxiliar, que saben que su supervivencia depende de la investigación y la innovación.
P: ¿Es más fácil investigar en agricultura protegida en Holanda que en España?
R: Me temo que es mucho más fácil en Holanda. Son diversas las razones. Por ejemplo, mi organización, que aglutina a 100 investigadores trabajando exclusivamente en investigación, innovación y consultoría de invernaderos no existía como tal hace 10 años. Había diversos centros y organizaciones dispersas en Holanda y los holandeses se dieron cuenta de que lo más eficiente sería unificar todos esos centros en uno solo, bajo el paraguas de la Universidad de Wageningen, para ganar en eficiencia en el uso de recursos, para ganar tamaño y multidisciplinariedad a la hora de gestionar proyectos, etc. Para estas decisiones los Holandeses son muy pragmáticos y aunque fue una decisión complicada, ya que hubo que cerrar centros, pre-jubilar y/o despedir a alguna gente, etc. se ha demostrado a la larga que fue acertado y ahora tenemos la mayor organización del mundo trabajando en investigación en invernaderos. Otros aspectos atañen a la menor burocracia a la hora de solicitar proyectos, que permite optimizar el tiempo del investigador. Por último, el triángulo de oro de colaboración público/privada con los centros de investigación y conocimiento funciona de forma muy fluida en Holanda y sería demasiado largo poder contar las razones por las que funciona, en mi opinión, mejor que en España. Hay otros aspectos culturales que también benefician que aquí sea más fácil investigar, pero sería muy largo de contar.
P: Visto desde Wageningen, ¿qué aspectos del modelo agrícola almeriense debería ser objeto de un mayor esfuerzo en I+D para garantizar su futuro?
R: Los mismos que he comentado anteriormente, más otros, como el desarrollo de mallas anti-insecto radicalmente novedosas, capaces de tener una eficacia del 100% al paso de las plagas y al mismo tiempo garantizar un paso de aire adecuado. No es tarea fácil pero hay materiales como la fibra de vidrio que pueden ser un buen punto de partida. También es esencial seguir trabajando en el control biológico y en el ecológico. Y darle una solución definitiva de una vez por todas al problema de los residuos. Seguro que se me olvidan algunos temas, pero los que he mencionado son en mi modesta opinión, esenciales.
P: La evolución de la agricultura almeriense a través de un mayor grado de tecnificación y de la sucesiva incorporación de tecnología de vanguardia ¿pondría en peligro el alto grado de redistribución de renta característico de Almería?
R: No necesariamente. Es esencial que cada incorporación tecnológica sea evaluada cuidadosamente. En mi organización tenemos modelos donde podemos predecir el efecto sobre la cosecha y la calidad de una determinada tecnología así como el consumo de recursos que esta tendrá (energía, electricidad, agua, etc.) y con esta información ya puede hacerse un estudio económico orientativo que indica si tiene o no tiene sentido incorporar esta tecnología. Al final, en cualquier caso, el mercado tiene la última palabra.
En Almería, al menos, sin un mejor mercado, no es rentable usar muchas de las tecnologías que podrían garantizar más productividad y menos dependencia del clima exterior. Pero el marketing y los mercados no son mi especialidad. En cualquier caso, yo Sigo augurando un gran futuro al campo Almeriense, como también se lo auguro a Holanda. Hay y debe haber mercado para todos, ya que la gente debe comer más y más sano, y eso es lo que producimos en los invernaderos, alimentos seguros y saludables.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/agricultura2000/noticia/8/agricultura/131512/la-revolucion-que-nos-permitira-producir-de-manera-segura-sana-y-masiva-ya-esta-en-marcha