La bioeconomía ha entrado con una fuerza inusitada dentro del sistema productivo de alimentos del sur de España. Hablamos de fuerza por la capacidad de este nuevo concepto, la bioeconomía, para producir alteraciones en su entorno: bien modificando la estructura del sistema productivo en el que opera, bien señalando y acelerando procesos que ya estaban siendo llevados a cabo dentro de la agricultura almeriense.
En febrero de 2012, la Unión Europea adoptó el compromiso de "orientar la economía hacia un uso mayor y más sostenible de los recursos renovables", según informaba la Comisión Europea en un comunicado de prensa emitido tras tomar esta decisión.
El escrito del Ejecutivo comunitario hace referencia a una serie de cuestiones que aparecen reflejadas en el manifiesto "La innovación al servicio del crecimiento sostenible: una bioeconomía para Europa" publicado en ese mismo año. Aquí se explica la bioeconomía como un elemento central para el uso de los recursos renovables de forma eficaz y sostenible, en el que la colaboración entre los distintos agentes de una misma cadena de producción debe significar la reintroducción al circuito de creación de valor de los residuos generados en los procesos de producción y distribución.
Agrosostenibilidad
Esta última parte implica un compromiso activo con el medio ambiente a la hora de reducir el impacto contaminante de cualquier actividad, pero también crea a su vez nuevos nichos de mercado que, fruto de la innovación, pueden suponer grandes oportunidades comerciales para los operadores privados.
Dentro de esta lógica, la agricultura almeriense presenta unas condiciones ideales para convertir su producción de frutas y hortalizas en una actividad en plena sintonía con la bioeconomía, en la que las sinergias surgidas en materia de I+D+I entre el sector público y el sector privado serán de vital importancia para consolidar una agroindustria sostenible.
Fruto de la estrategia en bioeconomía marcada por la Unión Europea, nacen sendos planes en esta materia a nivel nacional y autonómico. En este marco normativo, el sector hortofrutícola de Almería está centrando esfuerzos hacia un modelo de producción sostenible con la bioeconomía como eje central.
Proyectos
El coordinador del centro de investigación de la Universidad de Almería CIAIMBITAL, Diego Luis Valera, indica que Almería “parte de una posición competitiva privilegiada” en este campo, ya que cuenta con “todos los recursos endógenos necesarios para el desarrollo de un modelo basado en la economía circular”. En el centro se investigan proyectos que tienen que ver con campos de conocimiento de gran proyección científica, como la genómica y la metabolómica, con una aplicabilidad agrícola como, por ejemplo, el estudio del microbioma del compostaje o la mejora de la calidad organoléptica mediante agricultura ecológica gracias a estas técnicas.
La capacidad para acometer las mejoras necesarias que generen innovación agroalimentaria, según Diego Luis Valera, determinará la capacidad de Almería para convertirse en uno de los clústers tecnológicos que atraiga a empresas innovadoras relacionadas con el ámbito de la bioeconomía. En la actualidad, proyectos relacionados con la producción de microalgas para la obtención de biopesticidas, biofertilizantes o pienso animal; la conversión de productos de destrío en biofilms degradables, la investigación de técnicas para un uso sostenible del agua en fertirrigación, entre otras, sitúan a la agricultura almeriense en este camino.
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