Descubriendo el invernadero español

Francisco Góngora, presidente de Hortiespaña

Francisco Góngora, presidente de Hortiespaña, en un desayuno con La Voz de Almería.
Francisco Góngora, presidente de Hortiespaña, en un desayuno con La Voz de Almería.
Agricultura 2000
14:11 • 05 feb. 2018

En España, concretamente en el sureste y, especialmente, en Almería y la costa granadina, está la mayor concentración de invernaderos de Europa. Lo que se conoce como el “Mar de plástico”. Bajo este “Mar” de más de 43.000 hectáreas de extensión se encuentra “la huerta de Europa”. Gracias a ella, los 500 millones de ciudadanos europeos pueden tener en su cesta de la compra frutas y hortalizas los 365 días del año. 




Los invernaderos del sur de España permiten producir y comercializar frutas y hortalizas durante todo el año, convirtiéndose la agricultura del sureste español en un motor imprescindible para mantener la autonomía alimentaria de Europa




De su sostenibilidad futura depende que el resto de países puedan alimentarse de manera saludable a precios aceptables, sin que las hortalizas se convierta en bienes de lujo. 




Innovación para mejorar la sostenibilidad
La sostenibilidad ambiental consiste en procurar realizar las actividades de producción, transformación y comercialización con el mínimo impacto posible, es decir siendo precisos en los consumos de agua, energía, generación de residuos, etc.  




El invernadero solar de Almería y Granada está a la vanguardia en el uso eficiente de recursos hídricos
Consume la mitad de agua que el resto de la agricultura española. Su huella hídrica per cápita es 20 veces menor que la media nacional. En los invernaderos de la costa mediterránea, más del 95% de la energía que utilizan proviene del sol, frente a los invernaderos de otras zonas cuya fuente de energía para cultivar es la calefacción, y son menos sostenibles, medioambientalmente hablando.




Los invernaderos ocupan un 3,4% de esta zona productora del sur de España, y generan un 40% del PIB, mientras que el 49,7% son espacios protegidos, por lo que este sistema de cultivo permite ahorrar 4/5 partes de suelo. 
La técnica del blanqueado de los invernaderos ha producido un efecto de disminución de la temperatura en la zona por reflexión de las radiaciones solares, conocido como “efecto Albedo” que es motivo de estudio en universidades de California. Además, se ha constatado que los invernaderos actúan como sumidero de CO2. 




Cada hectárea de invernadero absorbe la emisión diaria de ocho coches, la mitad del parque de vehículos de Almería. Otro factor a destacar en cuanto a residuos, en el caso de los plásticos, el 100% son reciclados una vez que son desechados del invernadero. Los restos vegetales, la otra fuente de posibles residuos, también han encontrado una utilidad como subproductos para la producción de energía renovable y son reutilizados como compost vegetal en el invernadero.




En el caso de la utilización de fitosanitarios para el control de plagas y enfermedades, la horticultura mediterránea española ha sido pionera en la puesta en marcha de programas de control integrado de plagas


Se trata de un sistema de control de los organismos que causan enfermedades a los cultivos usando para ello a sus depredadores naturales. Es una revolucionaria innovación que ha permitido evitar plagas, que no es contaminante y que obliga a la eliminación de fitosanitarios.


La implantación de sistemas de gestión de calidad, con exigentes sistemas de certificación, de estándares de producción integrada, sistemas de gestión medioambiental y trazabilidad, hacen de la agricultura del sureste español una de las más transparentes. 


Integración social
La horticultura almeriense y la costa de Granada es un ejemplo de éxito de la agricultura familiar y el sistema agrario más redistributivo del mundo, permitiendo un gran reparto de la riqueza. Tienen una tasa superior al 50% de empresas cooperativas agrícolas.


Proporciona trabajo mayoritariamente a personas en situación de riesgo de exclusión (mano de obra no cualificada y mujeres mayores de 45 años). En esta zona productora conviven más de 110 nacionalidades diferentes y casi el 30% de la población es extranjera y vive integrada a pesar de ser nuestra tierra la frontera más desigual del mundo, entre Europa y el Norte de África.
 



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