¿Qué papel juegan las entidades financieras en el desarrollo agrícola?
En la agricultura moderna, cada vez más tecnificada, compleja y competitiva, es fundamental el acceso a los recursos financieros para cubrir las inversiones cada vez mayores de productores, comercializadores e industria auxiliar, así como el desfase entre los pagos y los ingresos en la actividad cotidiana. Lo cierto es que, hoy en día, estas necesidades financieras son equiparables a los de cualquier otra empresa en cualquier sector. No obstante, los plazos de maduración de los proyectos y la finalidad de las inversiones siguen siendo distintos, lo que exige de productos especialmente adaptados a las circunstancias del sistema agroalimentario. El papel de las entidades financieras es ofrecer estas soluciones financieras específicas al sector, lo que solo es posible a partir de un conocimiento directo de sus mecanismos de funcionamiento y de los agentes económicos que participan en el mismo. En este sentido, Cajamar es el ejemplo de referencia de nuestro país.
¿Cómo una entidad provincial como Cajamar ha sido capaz de colocarse como líder del crédito cooperativo en España en una decena de años?
La Caja Rural de Almería, germen de la actual Cajamar, alcanzó el liderazgo nacional del sector hace ya más de 30 años, en 1984, y desde entonces no hemos parado de crecer. Nuestra estrategia ha sido siempre la misma: centrar nuestra actividad financiera en el apoyo a la economía real y a los sistemas productivos locales, y con especial dedicación al sector agroalimentario. Con esas bases hemos crecido juntos. En la actualidad tenemos una clara vocación nacional y somos una de las doce entidades españolas significativas y por ello supervisadas directamente por el Banco Central Europeo. De hecho, el Grupo Cooperativo Cajamar da servicio a la mitad de los socios de la banca cooperativa española.
¿Cómo se concreta la apuesta de la entidad por el sector agroalimentario?
El sector agroalimentario es una de las piedras angulares de nuestro modelo de negocio, porque estamos convencidos de su potencial como motor de crecimiento sostenible, que se encuentra al margen de los ciclos especulativos de otras actividades que todavía siguen pasando factura a la economía de nuestro país.
Tenemos una amplísima experiencia en proveer al sector agroalimentario de productos y servicios a medida, con soluciones que recogen la totalidad de los requerimientos de la empresa del siglo XXI: anticipos, seguros, liquidez, medios de pago y servicios, ‘leasing’, inversiones, ‘e-commerce’ y, por supuesto, líneas de incidencias climatológicas extremas y de fomento del relevo generacional en el campo. Una oferta que se complementa con nuestra ‘Plataforma Internacional ADN AgroFood’, que ofrece una línea de servicios integrales de alto valor prestados por empresas especializadas en servicios internacionales para apoyarles en su acceso a nuevos mercados, así como con nuestra labor de transferencia de conocimiento y tecnología al sector desde nuestros propios centros experimentales, nuestras publicaciones y nuestras actividades de formación y capacitación profesional.
En Cajamar no queremos limitarnos a ser un proveedor de servicios financieros más y nos comprometemos con nuestros clientes: queremos ser su socio estratégico en la toma de decisiones de cara al futuro.
¿La entrada de capital externo, como los fondos de inversión, en qué medida puede afectar al desarrollo de la agricultura?
El modelo de producción intensiva del sureste y levante español, como es propio de los sistemas productivos locales de base agroalimentaria, se caracteriza por tener una estructura de explotaciones de pequeño y mediano tamaño, razón por la cual la presencia de capitales foráneos es todavía marginal. Ese tipo de inversores institucionales y capitales privados suelen decantarse por proyectos empresariales de mayor dimensión. No obstante, hay muchos tipos de agricultura, y el éxito de cada una de ellas no depende tanto del origen de la financiación como de la viabilidad de los proyectos.
¿Qué cuota de mercado tiene en la actualidad Cajamar en el sector agrario, en Almería y en España?
En Almería roza el 70 %, porque nacimos con la agricultura intensiva y hemos crecido y madurado con ella; en otras provincias del levante mediterráneo está en el 20 % y sigue creciendo, y en términos de cuota nacional gestionamos aproximadamente el 13 % de la financiación agroalimentaria española, especialmente en aquellos subsectores más dinámicos y orientados a mercado como la hortofruticultura. Una cuota de mercado que nos sitúa como una entidad de referencia para el sector.
Cajamar es una cooperativa de crédito, ¿eso influye en su relación con las cooperativas agrarias?
Cajamar atiende diariamente a más de 3.000 entidades cooperativas en toda España, muchas de las cuales lideran los rankings de facturación e internacionalización. Ese es nuestro ADN Agro como cooperativa de crédito. Estamos convencidos de que una cooperativa, si quiere mantener su capacidad de competir en el mercado global, debe aspirar a funcionar como cualquier otra empresa. Y hablamos con conocimiento de causa, como entidad líder del cooperativismo de crédito en España durante las últimas décadas.
Nuestra relación es, por tanto, más que fluida y enriquecedora para ambas partes. Somos agentes complementarios, y en las economías más avanzadas, donde el peso del cooperativismo agroalimentario es más fuerte, siempre hay una gran cooperativa de crédito. Hablamos el mismo idioma, trabajamos a pie de campo y nos mueven los mismos principios y valores.
¿Defienden un modelo de agricultura familiar, al estilo del que está promoviendo Naciones Unidas, o son partidarios de un sistema más industrializado?
Buena parte de nuestros clientes son empresas familiares, y estas constituyen, con diferencia, la parte más amplia del tejido empresarial de nuestro país. Pero en todo caso nosotros defendemos un modelo de agricultura eficiente y competitiva, sostenible, y la agricultura familiar puede serlo tanto como cualquier otra a través de fórmulas de acceso colectivo al mercado y generación de economías de escala y poder de negociación, como el cooperativismo y las alianzas estratégicas entre empresas.
¿Necesita Almería, y en general el conjunto del sector hortofrutícola, realizar inversiones para generar un verdadero clúster agroalimentario?
El clúster agroalimentario almeriense es una realidad desde hace muchos años, y una referencia mundial indiscutible. Siempre se ha caracterizado por saber adaptarse rápidamente a los cambios del mercado. Ese ha sido el secreto de su éxito, y esa debe seguir siendo su principal seña de identidad. Para ello, lógicamente, necesita de inversiones constantes no solo en tecnología, sino también en conocimiento. De otra forma se habría visto rápidamente superado por sus competidores.
¿Su declarada vocación ‘agro’ responde al origen de la entidad como caja rural o forma parte de una estrategia de negocio?
Somos la mayor caja rural española, heredera de la tradición centenaria del crédito cooperativo en nuestro país, no una entidad que acabe de llegar al sector en busca de negocio o rentabilidades con una visión cortoplacista. Ejercemos un compromiso firme y permanente, que renovamos cada día con mucha más fuerza, como demuestra nuestra cuota de mercado y la especialización de nuestra cartera de productos, única en el mercado. La aspiración de Cajamar siempre ha sido llegar a emular el papel que desempeña la banca cooperativa en países como Holanda o Francia y ello nos ha llevado a ser muy activos en los distintos proyectos de integración que se han puesto en marcha en nuestro país. Solo en los últimos años, en torno al Grupo Cooperativo Cajamar se han integrado 26 cajas rurales con las que compartimos principios y la misma visión, y esperamos que en el futuro puedan converger otras entidades que comportan las oportunidades de desarrollo y crecimiento que tiene la banca cooperativa española.
¿Es cierto que el cliente agrario, el agricultor, es uno de los mejores pagadores del conjunto de los sectores productivos?
La morosidad del agricultor ha sido tradicionalmente muy baja en términos relativos, y la del conjunto del sistema agroalimentario lo sigue siendo. En ello influye, sin duda, el carácter anticíclico de la producción de alimentos, que se encuentra al margen de ciclos especulativos, y que buena parte de las explotaciones tengan un carácter familiar del que dependen no solo los ingresos de los hogares, sino todo un proyecto de vida.
¿Les preocupa el grado de endeudamiento del sector agrícola? ¿Es similar en el conjunto de los territorios en los que ustedes están presentes?
Durante los últimos años el conjunto de la economía española ha realizado un importante esfuerzo por reducir sus niveles de endeudamiento. En el caso del sector agroalimentario, este ajuste no ha impedido que se siguieran realizando inversiones, si bien una parte importante de ellas se han realizado con recursos propios de los agricultores y de las empresas.
El crédito ha comenzado a recuperarse en los últimos trimestres, sobre todo en los sectores más dinámicos como el de la horticultura intensiva. Como dije anteriormente, la agricultura almeriense, como cualquier otro sector de vanguardia, se caracteriza por su elevadas necesidades de inversión y, por tanto, de endeudamiento a corto y medio plazo, pero también por su gran capacidad para amortizar estas líneas de crédito en relativamente poco tiempo.
Es decir: los niveles de endeudamiento de los sistemas productivos más sofisticados son mucho más elevados que los de la agricultura convencional, pero la rentabilidad generada compensa esos riesgos.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/agricultura2000/noticia/8/agricultura/146182/nacimos-con-la-agricultura-intensiva-y-hemos-crecido-y-madurado-con-ella