Comprometido con la divulgación científica, este profesor de Biotecnología e investigador está convencido de que la ignorancia, sobre todo la voluntaria, hay que combatirla con información clara y directa. Su blog “Tomates con genes" y sus colaboraciones en Cadena SER son un buen ejemplo.
¿El tomate del futuro será muy diferente del que conocemos en la actualidad?
Cada año sale alguna variedad nueva de tomate, así que el tomate está cambiando continuamente, como la mayoría de especies agrícolas. La diferencia es que ahora la tecnología existenete nos permite que esos cambios vayan más rápido, por lo que el recambio de variedades será cada vez más rápido. Y si hablamos de tecnologías como el crispr o los transgénicos, lo que podemos conseguir es tomates funcionales que ayuden a prevenir enfermedades como el cáncer o que estén enriquecidos en nutrientes.
¿Existe o puede existir el tomate perfecto?
El tomate perfecto siempre será el que más te guste, o el que más rentable le salga al agricultor.
¿Porqué entiende usted que amplios sectores sociales consideran contradictorios los avances científicos con la sostenibilidad y el medio ambiente?
Pues por una falta de perspectiva o de conocimientos históricos. Si comparamos la mayoría de procesos industriales actuales con los de hace un siglo, ahora son mucho más eficientes y menos contaminantes. Lo mismo se puede decir de la agricultura. Una agricultura intensiva o integrada bien llevada tiene menos impacto ambiental que la agricultura ecológica, que utiliza métodos poco eficientes, con lo que cae la producción y el impacto ambiental por kg de comida está disparado.
¿El rechazo a los OMG en Europa, es sólo una tendencia?
Es un profundo error que nos ha costado dos décadas de atraso tecnológico y perder mercados como el del algodón que ya no podremos recuperar.
¿Pueden existir intereses en esa postura?
Obviamente. Por una parte el de los grupos ecologistas que necesitan tener visibilidad mediática, por otra el de las empresas de semillas de cereales, principalmente francesas, que querían mantener su mercado y evitar la competencia de Monsanto.
¿La tecnología CRIPSR puede ser la piedra angular de la mejora genética?
Puede ser, y está siendo una herramienta más a disposición de los mejoradores para ofrecer a los agricultores y al consumidor nuevas variedades. Como toda técnica hay cosas para las que sirve y cosas para las que no sirve. EL CRISPR no va a jubilar a los transgénicos ni a la mejora genética clásica.
¿Cree usted que este país le confiere a la agricultura y a la investigación en biotecnología relacionada con ella la importancia que deben desempeñar en el futuro inmediato, según la mayoría de expertos?
No para nada. En general investigar en España es llorar. Y no lo digo por decir. En los últimos años, mientras la mayoría de países de nuestro entorno aumentaban la inversión en I+D en España disminuía, y eso que venimos de una situación que ya era mala. En el caso particular de la biotecnología vegetal la situación es penosa, y no ayuda nada el hecho que políticamente se esté favoreciendo un opción como la ecológica, que se promociona como que renuncia a la tecnología o que vuelve a un pasado que nunca existió. Se puede promocionar tu modelo sin hablar mal de otros modelos, que son los que están funcionando en el resto del mundo.
¿Cuál considera usted que es la “equivocación” más preocupante que predomina en la sociedad en relación con la investigación biotecnológica aplicada a la agricultura?
Pensar que pueden renunciar a la biotecnología. Sin biotecnología seríamos cazadores recolectores. La gente se piensa que un tomate raf o un melón piel de sapo salen espontáneamente de la naturaleza, y no es cierto, son productos tan biotecnológicos como un tomate trasngénico.
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