Prácticamente de forma simultánea, Teresa Navarro comenzó su experiencia como agricultora y como docente. Durante varios años estuvo trabajando en la delegación de Medio Ambiente, pero todo cambió cuando esta etapa finalizó. “No sabía muy bien qué hacer, en mi familia teníamos una finca que nunca habíamos puesto en producción. Buscamos un cultivo que no ocupara mucho tiempo, que fuera fácil y al mismo tiempo que también rentable”, explica.
Así surgió Aloe Sanum, una empresa que comercializa aloe vera 100% ecológico certificado cuya producción se encuentra en Retamar norte, en el entorno del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. “Vendemos la hoja en fresco a empresas que posteriormente la transforman como ingrediente base en zumos, mermeladas,…además de tener otros usos en productos de cosmética como cremas faciales y corporales”, señala Navarro.
Evolución
Y es que, en España el aloe vera es aún un gran desconocido, ya que en otros países de Centro Europa tiene ya una gran demanda como producto agroalimentario. En total cuentan con una superficie de cultivo de seis hectáreas, más de 45 mil plantas. Algo que como dice Teresa “comenzó por diversión y ya es un negocio casi para dedicarse en exclusiva”.
Prácticamente todos los clientes de Aloe Sanum son del exterior, fundamentalmente proceden de Francia y Alemania. En los últimos meses también están comenzando a trabajar con el mercado polaco, una comercialización que sigue creciendo de forma progresiva y que avanza conforme va creciendo la demanda de este tipo de cultivo ecológico.
Un hobby
De forma paralela, Teresa Navarro, que ya había realizado un master para impartir docencia, comenzó a atender a agricultores que querían conocer la producción de aloe vera. De este modo, durante un tiempo llevó a cabo cursos con grupos procedentes de Murcia, Alicante o incuso Cádiz. “No cobraba nada, era un hobby para mí. Pero tenía una gran satisfacción, porque se iban encantados de haber aprendido algo que para ellos era totalmente desconocido. Me lo agradecían con tanta intensidad que me fui enamorando de la docencia”, indica.
Así, poco a poco, fue organizando cursos de distinta índole, principalmente orientados al medio ambiente. Actualmente, forma parte del equipo docente de la Escuela de Formación Profesional Agraria de Vícar. “Casi todas las materias que imparto están relacionadas con la agricultura puramente como planificación y gestión de cultivos, infraestructuras agrarias y también floristería y jardinería”, afirma Teresa.
Esta agricultura y profesora es ingeniero superior agrícola, una titulación a la que le empujó su padre quién también cuenta con estos estudios. “No sabía qué estudiar, no lo tenía muy claro. Al final me convenció porque me dijo que era en lo único que me podía ayudar en un futuro”.
Un rol heredado
En cuanto al papel de la mujer en el campo, cree que “se ha ido herendando un rol de mujer, madre de hijos, dueña de su casa y gestora de la economía familiar”. “Lo hemos ido arrastrando poco a poco, supone un techo de cristal, con una diferencia salarial importante. Aún nos quedan muchos años”, señala.
Teresa tiene un hijo de siete años y está divorciada. Posiblemente, como ella misma afirma, el “hecho de que una mujer quiera ocupar su tiempo en el desarrollo profesional es una de las grandes batallas”. Preguntándole por el futuro, Teresa se sigue viendo como profesora, ya que es algo a lo que “no me importa echarle horas, de día y de noche”. Además, seguirá trabajando en el asesoramiento en proyectos y en su propio cultivo. Una mujer muy activa que compagina agricultura y docencia.
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