Desde la Revolución Industrial, los bienes y mercancías se han producido de forma vertical. Es decir, bajo un modelo basado en la dinámica del usar y tirar, que no contempla elementos como la reutilización o el reciclaje de los materiales empleados para fabricar el producto final.
A lo largo del siglo XX, los movimientos ecologistas han llamado la atención sobre el agotamiento de este modelo, que bebe de recursos fósiles finitos en el tiempo, en especial del petróleo.
Este planteamiento, en sus inicios tachado de radical, ha crecido hasta influir en el discurso y las políticas de organismos como la OCDE o la ONU, que señalan problemas como el cambio climático como uno de los principales retos sociales de cara al futuro.
Economía circular
En esta línea, la Unión Europea adopto en 2016 un ‘plan de acción sobre economía circular’. Esta se presenta como alternativa al modelo vertical de uso de los materiales; frente al usar y tirar, la economía circular busca reaprovechar las materias primas, dándoles una nueva vida útil.
En este nuevo contexto socioeconómico, que toma en serio el impacto ambiental de la economía, aparece la bioeconomía, un concepto que marca un antes y un después a la hora de abordar el cambio climático, la escasez de los recursos o cómo alimentar a una población que enel año 2050 superará los 9.000 millones de habitantes, según las Naciones Unidas.
Bioeconomía
“La bioeconomía surge como una respuesta alternativa a los que niegan el problema del cambio climático, pero también a los que defienden que la solución pasa por practicar una agricultura de conservación que es ineficaz frente a los retos que tiene la sociedad”, explicaba Alfredo Aguilar el pasado lunes en la Casa de las Mariposas de la entidad financiera Cajamar.
Alfredo Aguilar es una de las eminencias en Europa sobre bioeconomía. Acumula una experiencia de más de 30 años en instituciones europeas e internacionales, ocupando diversos cargos de responsabilidad en áreas de biotecnología y ciencias de la vida. “Es el impulsor de la bioeconomía en Europa”, le definía Manuel Gutiérrez, director de comunicación de Cajamar.
La clave de la bioeconomía reside, según Aguilar, en ofrecer una solución a los retos medioambientales desde el conocimiento y la tecnología. “La mayoria de la gente está por la bioeconomía; quizás no apoyando ese concepto, pero sí mostrando su preocupación por el incremento del nivel del agua del mar, la acumulación de toneladas de plásticos en mitad del óceano o el hecho de que hemos esquilmado en dos siglos recursos que la naturaleza ha tardado cientos de millones de años en producir”. Este movimiento se traduce en la actualidad en una interesantísima oportunidad de negocio para la provincia de Almería, que cuenta con la materia prima básica, la biomasa, para desarrollar una industria bioeconómica.
Almería
“Almería es la Arabía Saudí de los restos vegetales”, confesó Alfredo Aguilar que le dijo el ‘padre’ de la bioeconomía, el alemán Christian Pattermann, en una conversación en Bruselas. No se equivocaba: la delegación de Agricultura de la Junta de Andalucía señalan que cada año se generan más de un millón de toneladas de restos vegetales en la provincia procedentes de su agricultura. La oportunidad para generar nuevas cadenas de valor a partir de los residuos orgánicos entronca directamente con los postulados de la economía circular y sus consecuentes oportunidades de negocio.
El auge de la bioeconomía es una realidad en Almería. La entidad financiera Cajamar ya ha demostrado su voluntad de apoyar el crecimiento de modelos de negocio basados en este fenómeno, para lo que está llevando a cabo un intenso programa de divulgación.
En la provincia ya mueve ficha el sector agroalimentario, cuyas empresas muestran un interés creciente en sus posibilidades, y los centros de investigación, que impulsan proyectos para poner en valor los restos vegetales de múltiples formas. También los centros de enseñanza, las escuelas de negocios y las instituciones académicas preparan ofertas educativas especializadas en bioeconomía.
La propia Universidad de Almería no es ajena a esta tendencia: según ha podido saber este periódico, la institución podría ofertar un máster sobre bioeconomía junto con la Universidad de Córdoba. La titulación estaría impulsada por la red de campus de excelencia agroalimentaria Ceia3 en la que participa la UAL.
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