La nieta de uno de los fundadores de la CASI gana el concurso del 75 aniversario

Andrea Capilla es la nieta de Indalecio Ferrer, agricultor que cultivaba tulipanes y claveles

Andrea capilla recibiendo el premio del presidente, Miguel Vargas. A la derecha, Indalecio Ferrer, abuelo de la ganadora.
Andrea capilla recibiendo el premio del presidente, Miguel Vargas. A la derecha, Indalecio Ferrer, abuelo de la ganadora.
Manuel León
22:43 • 25 feb. 2019 / actualizado a las 07:00 • 26 feb. 2019

Fueron una docena de campesinos de la Vega, que sembraban patatas y maíz los que decidieron  unir su producción para venderla a mejor precio en el Mercado de Almería. Era el año 1944, año de penurias, años de hambre pura, de estraperlistas emboscados en la calle Juan Lirola. Y desde entonces, esos precursores y sus herederos han ido haciendo grande a esa primitiva cooperativa de La Cañada, bautizada con el nombre del santo campesino. 



Uno de esos pioneros fue Indalecio Ferrer Aguilera,   número quince entre los socios de la recién creada cooperativa, quien ya había participado anteriormente en una agrupación más antigua que fue el embrión de la CASI. Indalecio falleció hace dos años, después de una vida de trabajo amagando la espina ante los terrones, y ahora una de sus nietas -Andrea Capilla Ferrer- ha ganado el concurso de ideas de la CASI para conmemorar el 75 aniversario, en colaboración con la Escuela de Arte de Almería.



El jurado, compuesto por miembros de CASI, la Escuela de Arte y profesionales independientes, emitieron el fallo después de una larga sesión de deliberaciones. El debate se prolongó durante tres horas, siendo necesario hasta un receso para aclarar las ideas. “La calidad fue muy alta, de ahí que quienes tuvieron la responsabilidad de decidir lo tuvieran francamente difícil”, aseguran desde la cooperativa que preside Miguel Vargas. 



Finalmente se logró tomar una decisión por unanimidad y la imagen ganadora, la de Andrea Capilla, la nieta de Indalecio, ya se está incorporando a aquellos elementos corporativos que tratan de resaltar que este es un año muy especial para la empresa, sus socios, sus empleados y todos sus clientes. 



En las instalaciones de CASI en Los Partidores, se llevó a cabo la pasada semana la entrega del premio y el reconocimiento a la ganadora del concurso de ideas.



 Su trabajo, según el jurado, ha respetado el logotipo actual de la cooperativa, añadiendo los elementos necesarios para resaltar que cumple 75 años. Además, ha propuesto como lema “Tradición con Futuro”.



Andrea está convencida de que esta relación familiar con la CASI “me ha ayudado a comprender qué es el que se buscaba y me ha servido para aportarle un toque especial”.



El presidente de la Cooperativa Provincial Agraria y Ganadera San Isidro, Miguel Vargas, felicitó a la ganadora y dio las gracias a todos los participantes “porque vuestros trabajos nos han sorprendido muy gratamente, así que os animamos a mantener esa creatividad y a esforzaros cada día para convertiros en grandes profesionales en el futuro”. Vargas también ha destacado la colaboración de la Escuela de Arte de Almería, a través de sus directivos y de sus docentes. 


Ahora ambas entidades están a la espera de poder fijar una fecha para exponer todos los trabajos que se han presentado a concurso, dentro de lo que será los actos conmemorativos de 75 aniversario de CASI. 


El nuevo logotipo se utilizará en distintos soportes, teniendo gran repercusión dentro y fuera de nuestras fronteras. 

Cuando se puso en marcha esta iniciativa se hizo con la intención de implicar a los jóvenes y a la sociedad almeriense dentro de las actividades de una de las principales empresas almerienses. “El resultado ha sido muy satisfactorio para todas las partes implicadas”, según el presidente Vargas. 


En los llanos de El Boticario

En la época en la que la cooperativa de La Cañada aprobó sus estatutos, La Cañada estaba llena de cortijos con establos y chineras, donde se sembraban los marranos y se sembraba trigo, cebada y tomates en caña; tiempos de aparecerías como la del Cortijo del Fiscal, propiedad de Rafael Romera y Juan Vargas, administrado por Francisco Gómez Montes Frasco. A las mujeres de La Cañada, con sus pañuelos y rempujas, se les pagaban ocho pesetas de jornal por recoger la cosecha de hortalizas dulzonas que se criaban en esa tierra colorá con agua salitrosa. Muy cerca, en El Boticario, cultivaba tulipanes y claveles Indalecio, el abuelo de la ganadora, que después vendían en los mercados. Indalecio, un hombre con mucho apaño en las manos, era también jardinero y arreglaba también la ermita de la Virgen.



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