La Comisión Europea acaba de presentar sus previsiones para los diez próximos años en materia de producción y comercialización hortofrutícola y lo ha hecho centrándose en tres grupos, el de los melocotones y nectarinas, el de las manzanas y en el de los tomates.
La primera consideración es que los analistas de Bruselas esperan que la producción europea de tomate supere los 16 millones de toneladas, de las cuales un 40 por ciento iría destinado al consumo en fresco y el resto para la transformación. Los autores del informe advierten, eso sí, que el incremento puede venir más por el lado de las producciones del noroeste europeo, que por las regiones del sur.
La tendencia
El informe de la Comisión indica que la producción europea de tomates frescos no presentará grandes modificaciones con respecto a las últimas campañas y sólo anticipa un ligero descenso que cifra en torno al 0,3 por ciento como resultado del efecto combinado de una reducción de las superficies de cultivo y por el alargamiento de los periodos de producción.
Esa tendencia la recoge el analista agroalimentario Tomás García Azcárate en el que señala que “la campaña tradicional de verano de los productores del norte se extiende hacia el invierno y las campañas tradicionales del tomate de invierno en el sur se extienden hacia el verano”.
Consumo estable
El estudio de las tendencias para los próximos años indica que la disminución observada en las dos o tres últimas campañas en las exportaciones de tomate a los mercados europeos debería dejar paso a un ligero incremento de las ventas estimado en un 1,6 por ciento, hasta alcanzar en el año 2030 las 200.000 toneladas más que las que se comercializan en la actualidad.
En cuanto a los niveles de consumo de tomates frescos, se ha mantenido prácticamente igual a lo largo de los diez últimos años, una estabilidad que favorece a los productores, aunque el número de estos ha aumentado de forma notable en ese periodo. Los europeos consumen en torno a los 14 kilos anuales per cápita de tomate, una cifra que podría descender ligeramente (un 0,5 por ciento inferior a la actual), hasta quedar en torno a 13,6 kilos por habitante y año al final de esta próxima década.
Pequeños y sabrosos
Ese pequeño descenso en el volumen es la consecuencia de un cambio en las tendencias de los consumidores europeos que, según recoge el estudio de la Comisión Europea, de hecho están consumiendo más tomates, pero prefieren los de tamaño pequeño.
Los formatos pequeños se imponen, ayudados por la apuesta que los productores y las empresas comercializadoras están realizando por potenciar el sabor, la calidad y la seguridad alimentaria. El consumidor está dispuesto a pagar más caros este tipo de tomates que, además, reduce el desperdicio de alimentos, uno de los problemas que se plantean en la carrera por la sostenibilidad.
Una sostenibilidad que queda reflejada en la mayor parte de las consideraciones de la Comisión que busca una reducción de los impactos que, según García Azcárate, hay que tener en cuenta en esos movimientos que apuntan a un incremento sustancial de las producciones en el norte del continente. Según se apunta “no debe minimizarse el impacto de esta evolución en la cuestión de la sostenibilidad del sector, especialmente por el aumento de la demanda de energía en el norte y el aumento del uso del agua en el sur”.
Invernadero solar
En esa carrera hacia la sostenibilidad el modelo almeriense parte con la ventaja de que no precisa aportes de energía para calefacción, ya que la fuente de calor de la que disponen no es otra que la energía del sol, mientras que en las zonas de norte europeo se precisa gran cantidad de energía para permitir mantener la productividad.
En cuanto a las importaciones, el 72% de las que llegan al mercado europeo vienen de Marruecos y el 18 por ciento de Turquía. La previsión es que estas importaciones crezcan un 0,4% anual.
El consultor Hans Christoph Behr, experto en el sector de la agroalimentación de la firma alemana Agrarmarkt Informations-Gessellschaft, lanzó durante su intervención en el Global Tomato Congress la idea de que el sector de la producción del tomate es grande y aún sigue creciendo. Lo hace no tanto en volumen, pero sí en facturación gracias al crecimiento en los segmentos de los considerados formatos ‘especiales’.
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