La Puerta Purchena -sin cañillo y sin Salmerón, pero con ristras de tomates y pepinos cayendo por los estand- pareció ayer la Messe, la mayor feria europea de las frutas y las hortalizas que tiene su claustro materno en un Berlín en el que ya no nieva ni espanta de frío.
Hasta allí peregrina cada año el sector económico almeriense más voluminoso por tamaño y por renta: 400 personas entre técnicos, empresarios y dirigentes provinciales, en dos aviones fletados por El Corte Inglés y por Coexphal, que lo primero que vieron al aterrizar en suelo teutón, con cierta inquietud, es a varias jóvenes chinas con una mascarilla en la boca.
No es ya -hace tiempo que no lo es- una prioridad para el sector sacar músculo con toneladas de producción de frutas y verduras. El invernadero almeriense, a través de la veintena de empresas presentes, tiene entre ceja y ceja otras obsesiones: la de inventar nuevos productos más acordes con los gustos del consumidor del siglo XXI como el tomate Adora o ahora el calabacín Cru, o las nuevas variedades de semillas. Las comercializadoras desde Níjar hasta El Ejido, desde Pulpí hasta Adra, quieren sacudirse el sambenito de la producción convencional y apostar por la chispa y el ingenio en la presentación de nuevas variedades y sobre todo en la batalla por el sabor y por los grados brix.
Si algo tiene Almería, si en algo destaca, si en algo es singular esta esquina de España, es precisamente en el agro temprano, en la agricultura de primor bajo plástico y se nota, sobre todo, cuando sale fuera y puede poner en valor todo ese trabajo que lleva ya acumuladas tres generaciones desde los primeros enarenados.
Pero el reto principal, tal como quedó expuesto ayer sobre la moqueta berlinesa, por parte de los profesionales, es el del precio justo, ese por el que tanto clamaba Joaquín Prats ante aquellos escaparates de la tele.
Por eso, la consejera, quiso centrar la pelota en esa obsesión no resuelta, la de la crisis de precios que azota a todos los productores de la provincia y de otras zonas agrícolas de España como Extremadura, ayer vecina de Almería en la Messe.
Crespo, de rojo y sonriente, quiso transmitir un mensaje de optimismo a los agricultores y a las empresas almerienses del sector y evidenció confianza y pidió movimientos por parte del Gobierno Central y de Europa para que haya cambios normativos que faciliten mejoras en la ley de la cadena alimentaria.
Fue un gran despliegue el de ayer de Almería en el corazón verde de Europa. Allí se fotografió Crespo con el presidente de Unica, José Martínez Portero, acariciando un gigantesco tomate. Allí estuvo el alcalde de Almería, dando a conocer una nueva campaña de higiene rural, y los dos Franciscos Góngoras: el alcalde de El Ejido, hablando de sostenibilidad y protección de los acuíferos, y el presidente de Hortyfruta, la interprofesional almeriense que tendrá reuniones de trabajo con sus homólogas europeas para hacer lobby en Bruselas y frenar el libre albedrío de la gran distribución.
En la cita berlinesa se pudo ver a Juan Antonio González, presidente de Vicasol, presentando su nuevo centro logístico, Vicasol 3, o a La Caña granadina, que abrirá almacén en la antigua instalación de Mabe en El Ejido o a Miguel Vargas, en el año del 75 aniversario de la cooperativa de La Cañada o a toda la industria auxiliar que adjetiva al sustantivo que es el agricultor. Es la feria de los negocios, la Messe, en la que la competencia es feroz, una torre de Babel de sabores y texturas en la que es su edición más imperial, en la que Almería sigue pintando mucho, a pesar de todos los lastres de los que no consigue librarse y que tienen un nombre común: el precio justo.
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