La agricultura, a pesar de ser un servicio esencial que no ha parado ni durante la etapa más dura del confinamiento, no atraviesa su mejor momento. La crisis de los precios ha dejado paso a otra crisis: la de la mano de obra, ya que los agricultores de muchos puntos del país no encuentran quien le ayude a recoger sus frutos. Y os agricultores lo tienen claro: "Los españoles vienen a trabajar un día y no vuelven".
La agricultura que tiene dos dificultades: la falta de mano de obra y los problemas que hay para colocar los productos en los mercados. Ahora mismo es temporada de distintos productos en varias zonas del país. En Huelva se solapan la recogida de fresas y frutos rojos. En Extremadura hay falta de mano de obra para esquilar, y con el ajo, en Castilla la-Mancha también hacen falta jornaleros, tal y como relata el periodista Nicolás Castellano en Cadena SER.
Falta mano de obra, los llamamientos de las asociaciones de agricultores reclamando más de 150.000 jornaleros para las distintas temporadas no se han cubierto en lugares por ejemplo, como Guadalajara. Nos calzamos las botas de agua y les pedimos que nos acompañen hasta Torre del Burgo, donde cuando sale el sol, comienza una nueva jornada.
Este municipio tiene la mayor tasa de población extranjera de España, el 90% son europeos del este, atraídos por el empleo abundante del campo, pero que a causa del coronavirus muchos de ellos no han podido llegar a la temporada del espárrago. Las consecuencias para las cosechas son demoledoras.
En estos terrenos de los hermanos Urbina, que están entre los empresarios del espárrago verde más importantes de España y que exportan a media Europa, no pueden contar con los más de 200 trabajadores procedentes de Bulgaria que suelen contratar para la temporada. Para intentar paliar este efecto, lo han intentado con los españoles en paro, activando el plan del ministerio de Agricultura. Pero no ha funcionado en la mayoría de los casos.
Arquitecta en el campo
Sin la mano de obra extranjera de los temporeros búlgaros las pérdidas son considerables, como explica Basilio, que empezó de jornalero y que desde hace años es el encargado de una explotación. "Estamos esperando que venga gente de Bulgaria, los españoles vienen un día y no vuelven", comenta.
De los 50 contratos que han hecho a españoles en paro en esta crisis de coronavirus solo 10 han aguantado. Entre ellos se encuentra Esther, una aparejadora que, de soñar con un puesto en el ayuntamiento de Madrid, ha acabado de momento en el campo. "Estaba opositando, terminé en febrero el examen y aún no sé la nota", explica.
De los libros y la ciudad a este almacén de empaquetado de espárragos, un cambio radical que lleva con la filosofía de pagar impuestos para que haya dinero para la sanidad pública. "Siento que es la parte que puedo contribuir, con los impuestos que muevo ahora mismo", añade, Esther.
Pérdidas del 50% si no se toman medidas
Salimos del almacén y nos encontramos con Sergio. "Vengo buscando este trabajo porque tengo una niña de 11 meses y es lo que tengo para poder tirar", añade. Después de hablar con Jaime Urbina unos minutos, inmediatamente lo contrata.
Urbina, que lleva desde los 17 años dedicándose al espárrago y, ahora que está al frente de esta explotación, teme pérdidas históricas. Pérdidas del 50 por ciento como señala este empresario que pide que el gobierno permita que esa mano de obra extranjera llegue lo antes posible para salvar la campaña.
Seguimos al tractor hasta las fincas para comprobar qué capacidad tienen de recoger tantas y tantas hectáreas plantadas y nada. La mitad de las parcelas presentan espárragos de casi medio metro de altura que no se van a recoger. Por eso, Urbina pide al Gobierno otras medidas: "Que trajeramos a la gente que ya tiene vivienda aquí y que tiene contrato con nosotros".
En un paraje que le llaman 'La isla', junto al río Henares que baja desde la sierra encontramos a otro primerizo, Antonio. "El cuerpo aguanta hasta que dice basta", asegura. Este contable no había trabajado jamás en el campo, es de los pocos españoles en paro que ha resistido y que, curiosamente, no echa de menos la oficina. "Yo en la oficina estaba bien, pero es muy distinto", añade.
Y al contrario de lo que muchos han manifestado durante este estado de alarma, él no tienen ningún problema para dormir después de estas palizas en el campo. "Yo llego por la tarde, saco a los perros, ceno y me echo a dormir, descanso con una paz", explica.
A Urbina le molesta que hayamos tenido que llegar a este punto para que se vuelva a valorar el campo y concluye de manera gráfica las secuelas del coronavirus en sus cultivos y en España. "Va a ocurrir que Alemania nos va a exportar espárragos cuando lo normal es que ocurra al revés", comenta.
Con los cuchillos bien afilados , en unos minutos, volverán a cortar espárrago, pero otras muchas fincas quedarán abandonados por las otras secuelas del coronavirus.
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