Una tradición que une a supersticiosos con los más reacios y descreídos. Solo los que sufren algún tipo de intolerancia o alergia (y una pequeña minoría de renegados) se atreven a decir no a la casi sagrada costumbre de tomar las doce uvas de Nochevieja. Un hábito que se ha ido respetando de generación en generación desde finales del siglo XIX y principios del XX, pero muy pocos saben cuál es el origen de la tradición de las uvas de Nochevieja. Se suele atribuir a un excedente en la cosecha en 1909, ¿pero fue realmente esa la razón que hizo que toda España se pusiera de acuerdo para consumirlas cada Fin de Año?
Según documentos de la época, la teoría más verosímil parece ser la que sitúa el origen de esta tradición en una costumbre traída desde Francia y practicada por la clase alta madrileña. En las últimas décadas del siglo XIX, hay registros que indican que las familias acomodadas de la capital adoptaron la moda gala de disfrutar de un ágape de champagne y uvas en sus fiestas privadas para despedir el año. ¿Pero cómo pasó este elitista hábito a ser toda una tradición nacional?
Por curioso que pueda parecer, el motivo puede que esté relacionado con una palabra que nos hemos acostumbrado a oír y leer en este 2021: restricciones. El alcalde en aquellos tiempos, José Abascal, introdujo unas normas reglamentarias en las que quedaba prohibido hacer fiestas en mitad de la calle en las fechas navideñas. En señal de protesta, parte de la sociedad madrileña perteneciente a las clases humildes que no podía acudir a esas selectas fiestas privadas decidió salir en la noche de Fin de Año y acudir a la Puerta del Sol para tomarse las uvas de la suerte con la intención de burlarse de esa costumbre practicada por la burguesía y aristocracia de la capital.
Más teorías sobre el origen del ritual de Fin de Año
Eso sí, esta no es la única teoría. La otra versión defiende que el origen de de esta tradición reside en el excedente de la cosecha de 1909. Algunas fuentes apuntan a que desde el Vinalopó se animó a toda la población del país a tomar las doce uvas al compás de las campanadas en una campaña de publicidad que, de ser cierta, tiene que ser la más exitosa de la historia.
No obstante, la existencia de algunos recortes de prensa demuestran que las uvas se tomaban en Nochevieja antes de la llegada del siglo XX, por lo que es muy posible que ese sobrante de la producción de uva que se dio en tierras alicantinas no fuera el origen de la historia, pero sí sirviera para popularizar hasta nuestros días una costumbre que se inició unos años antes frente a la Puerta del Sol. Y quizá una sátira se haya convertido en una imborrable tradición.
Fuente: Aitor Soler. Información.es
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