Con los precios de las hortalizas y las frutas rozando máximos, tanto la Interprofesional de Frutas y Hortalizas, Hortyfruta, como la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos han llamado la atención sobre la abultada diferencia que se produce entre lo que se paga al agricultor y lo que finalmente pagan los consumidores en los centros de venta, que en algunos casos superan el 500 por ciento de diferencia y que en la mayoría presentan márgenes comerciales por encima del 200 por ciento, tanto en hortalizas como en frutas o en carnes, huevos o leche.
Por esa razón, Hortyfruta ha alertado sobre el complejo final de campaña que se está registrando en el sector hortofrutícola de los invernaderos, una situación anómala debida a los profundos desajustes entre la oferta y la demanda, con precios muy distantes entre los que se pagas al productor y lo que se cobran a los consumidores finales.
Efectos del clima
Las asociaciones miembro de la interprofesional señalan como una de las posibles causas la climatología, con un mes de mayo muy atípico por las condiciones meteorológicas cambiantes “lo que ha provocado que haya aglomeraciones de producción y constantes altibajos entre la oferta y la demanda”.
El ejemplo palpable es el del pepino que a finales de mayo y principios de junio ha perdido dos terceras partes de su cotización que, en estas fechas debería estar en torno a los 30 céntimos y, sin embargo, se está pagando a los agricultores en torno a los 12 céntimos/kg.
Esa coyuntura, que se da en otras producciones de los invernaderos, preocupa a Hortyfruta, que está ya trabajando en la introducción de medidas con la Extensión de Norma para actuar en una situación que califica como “dramática” para el sector productivo.
Del campo a la mesa
A esa denuncia púbica se sumaban ayer mismo los datos recogidos en el informe ‘Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) que elabora la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), que vuelve a poner sobre la mesa la desorbitada diferencia entre lo que perciben los agricultores y los precios que pagan los consumidores por esos productos.
El informe correspondiente al pasado mes de mayo recoge que el pepino se pagó de media a 0,22 euros mientras se vendía al consumidor a 1,62, es decir un 636 por ciento más. El tomate de ensalada se compró a los agricultores a 0,48 euros y su precio final se elevó un 383 por ciento hasta 2,32 euros de media.
La sandía se compró en el campo a 0,32 euros y tras una subida del 281 por ciento, se vendió en las tiendas y supermercados a 1,22 de media el kilo. La lechuga se encareció un 532% y las patatas en un 413 por ciento mientras que, en esa misma línea, el resto de los productos agroalimentarios experimentaron fuertes incrementos en sus precios finales de venta al público, un dinero que no llega a los productores para hacer frente a su pérdida de rentabilidad como consecuencia del incremento de los costes.
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