Aunque muchos apelan a la existencia de una ‘guerra del tomate’ entre Almería y Marruecos, fundamentalmente, la batalla de los mercados se inició hace ya más de una década, un tiempo en el que los norteafricanos han ido avanzando en lo que se refiere a cuotas de mercado.
Tanto las empresas del sector hortofrutícola almeriense como los consultores internacionales como Tomás García Azcárate o publicaciones como la revista Mercados, señalan no obstante que el tomate español, en gran medida el almeriense, aún resisten ese acoso comercial y lo hacen de la mano de una mayor garantía en la producción y en la calidad de los productos.
Crecimiento
A lo largo de la última década Marruecos ha incrementado la extensión de sus explotaciones de tomate, entre otras hortalizas, y lo ha hecho y lo sigue haciendo de una forma acelerada. Un dato esclarecedor que aporta la directora de Mercados, Amalia del Río, señala que en los diez últimos años la superficie de cultivo en el país norteafricano se ha multiplicado por tres, hasta alcanzar las 14.000 hectáreas.
Nada indica además que esa progresión vaya a detenerse ya que de cara a la próxima campaña los marroquís habrán puesto en marcha varias plantas desaladoras de gran capacidad que supondrán levantar el freno que ha supuesto la sequía en la última campaña, situación que les impidió cumplir buena parte sus compromisos comerciales.
Para los analistas del sector hortofrutícola hay una evidencia que no se puede soslayar y es que los marroquíes son más competitivos que los almerienses en al menos una de las variables en las que se mueven los mercados comunitarios, como es el precio.
Seguridad
Sin embargo organizaciones como la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Almería (Coexphal), confían en seguir manteniendo el pulso en esa competencia extracomunitaria porque entienden que la provincia cuenta con armas para presentar batalla; a saber la calidad, las especialidades, el sabor diferencial, la seguridad alimentaria y la ‘confianza’ de los clientes, ya sean las cadenas de distribución o los consumidores.
García Azcárate, que durante muchos años fue el responsable de la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea, defiende que el reinado del tomate almeriense y español en los mercados europeos no se puede decir que esté en entredicho cuando, según los datos de la Comisión de Agricultura, en el último año la producción de tomate fresco se fue por encima de los 6,3 millones de toneladas, mientras que las importaciones de terceros países se elevó a las 900.000 toneladas, lo que representa el 12,5 por ciento de la producción comunitaria, siendo Marruecos el mayor proveedor con 557.605 toneladas, es decir el 70 por ciento de esas importaciones.
Las empresas, de hecho, confían en la seguridad y en la confianza que el tomate almeriense o granadino generan en el mercado comunitario, como señala Antonio García, director comercial del Grupo La Caña, que afirma que calidad, sabor y garantía de suministro son bazas ganadoras.
Una baza para competir
Una de las cuestiones que se barajan para competir con éxito en los mercados europeos es la que se desprende de la demanda de seguridad alimentaria. Dicho de otra forma, la garantía que pueden ofrecer los productores a los consumidores de que las hortalizas que adquieren están sanas y libres de plaguicidas.
En esa otra batalla Almería juega con la seguridad que le otorga ser la zona europea con menor presencia de residuos, como atestiguan las estadísticas oficiales de los órganos comunitarios de control.
Frente a las alertas frecuentes de Marruecos o, sobre todo, Turquía, los productos de la provincia están considerados los más ‘seguros’ en los lineales.
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