La aventura sostenible del ‘Tótem’, patrocinado por Koppert

Después de permanecer unos días en el Puerto Deportivo de Almerimar siguió su singladura el velero que ha llevado por los mares un mensaje que reivindica la sostenibilidad como

Jacinto Castillo
22:39 • 10 oct. 2014

Cuando escuchamos la palabra ‘tótem’ normalmente la relacionamos con algo más bien salido de una película del Oeste. Una esbelta columna de madera esculpida con rostros de monos, águilas o algún otro animal salvaje, alrededor de la cual nos imaginamos a un grupo de personas danzando de forma litúrgica. Como “descubridores” de América, nuestra imaginería de aquellas tierras y culturas sigue anclada en lo anecdótico. Pero un tótem, más allá de la faceta material conocida para nosotros, simboliza un objetivo vital, algo que perseguimos y dirige profundamente nuestros esfuerzos. 


Para Evert Toxopeus, el viejo barco de rescate alemán que adquirió a principios de los setenta vendría a convertirse en su tótem, dedicándole diez años de trabajo a su anticuado armazón hasta convertirlo en un imponente velero con camarotes y áreas para la tripulación donde antes se encontraban los varios motores del barco. 


Así, capitaneando su ‘Tótem’, surcó los océanos y dio en más de una ocasión la vuelta al mundo. Paseando por los camarotes, señalaba en un gran mapa del mundo las rutas que había seguido, rodeando Europa por el oeste hasta Sudáfrica, atravesando las islas de Indonesia y Nueva Zelanda y su llegada a Sudamérica. En ocasiones, llegaban a pasar más de 20 días seguidos en mitad del océano sin avistar un pedazo de tierra, el azul desbordándose sin fin por el horizonte. Señalando un punto cercano a las costas de Cabo Verde, recordaba una tormenta especialmente violenta que había durado casi una semana y había acabado saldándose con varias de sus costillas rotas tras el derribo de uno de los mástiles. Tuvieron que esperar a que amainase para regresar a puerto y acudir a un hospital. Arriba, fuera del estómago del barco, Evert se desenvuelve con gran soltura entre los mástiles, haciendo y deshaciendo nudos. Dos viejas perras lo acompañan en sus viajes, tan acostumbradas al mecer de las olas que ni siquiera parecían interesadas en los cambios de rumbo y velocidad del velero, mientras los demás pasajeros forcejean asiéndose a las cuerdas. Sin duda habían visto más mundo que la mayoría de ellos. 




Cerca de popa, dos pequeños vanos conectando la superficie del barco con los camarotes se mantenían entreabiertos mediante un par de estatuillas de madera apoyadas en el suelo, que recordaban a los extraños ídolos lovecraftianos arrebatados a extrañas islas y que no traían más que la desgracia y el tormento a los desafortunados marineros del navío. Sin embargo no parecen surtir efecto alguno sobre Evert ni su navío, que ahora cuenta con un prototipo de molino eólico que supera con creces en eficiencia a los modelos tradicionales, con el que, patrocinado por Koppert Biological Systems, sigue ahora surcando los mares compartiendo y ensalzando las virtudes de las energías verdes y sostenibles, objetivo común que comparte con el  líder mundial en polinización natural y control biológico.






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