El pepino está en crisis. La cotización en torno a los 20 céntimos se resiste en las pizarras y en los precios que se manejan en la exportación en términos generales, deparando una situación insostenible para los agricultores y adversa para las comercializadoras. El precio debería ser ya a estas alturas de unos 0,70 euros y, de momento, no aparecen síntomas claros de recuperación. Según los datos que baraja el sector, aproximadamente salen de Almería y Granada durante estos días un volumen que oscila entre los 15 y los 20 millones de kilos de pepino tipo Almería. Un producto que en los mercados más significativos de Europa se está vendiendo a los precios normales de estas fechas.
Considerando los 0,7 euros como precio apropiado para estas semanas, Almería y Granada , estarían perdiendo ingresos por un montante de 10 millones de euros semanales. Una sangría que tiene en el agricultor su principal víctima, sin perder de vista las consecuencias en las cuentas de resultados de las comercializadoras. Por término medio, los costes de producción de este tipo de pepino, tan importante en el cómputo global del sector, se calculan sobre los 0,4 euros por kilo. Es decir, casi el doble de la cotización predominante días a trás.
Aunque es muy difícil establecer un patrón en este sentido, podrían estimarse unas pérdidas recientes de unos 4 millones de euros semanales. Aproximadamente, y siempre en el terreno de la estimación media grosso modo, una hectárea de pepino holandés estaría generando unas pérdidas en torno a los 20.000 euros por semana.
Demasiadas pérdidas en una época en la que el signo que caracteriza a este cultivo es siempre positivo por múltiples razones.
Las causas de esta situación se han querido encontrar en la evolución de la climatología, con un retraso en la entrada del frío que no ha beneficiado. Pero, el termómetro hace ya algunas semanas que no parece ser el culpable de esta situación. Es posible que el reajuste producido por el veto ruso haya podido influir directa o indirectamente en esta situación, pese a que no parecen existir evidencias claras. En algunos ámbitos del sector, se habla incluso de empresas de pequeño tamaño que mantienen estructuras de costes inexplicablemente reducidas y que concurren al mercado a cualquier precio. Muchas razones discutidas, para un único fenómeno indiscutible: la pérdida de valor del pepino.
La verdad es que por estas fechas, el 80 por ciento del pepino que se vende en Europa sale de invernaderos almerienses y granadinos. Un porcentaje que sugiere la posibilidad de encontrar soluciones a esta peligrosa tendencia, siempre y cuando el sector se decida a analizar el problema con transparencia y voluntad de cambio.
Desde las organizaciones agrarias se culpa a las cadenas de distribución y a las comercializadoras y desde la Interprofesional se proponen medidas para retener el producto y conseguir así una fluctuación al alza de los precios. Sin embargo, ni la presión de las protestas , ni las medidas basadas en la voluntad de alhóndigas y cooperativas parecen tener, una vez más, alguna posibilidad de influir en esta situación.
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