El viejo Campo de Dalías alberga un poco conocido edén bíblico, junto al paraje de San Nicolás. Allí, sobre 14 hectáreas regadas con los deshielos de la Sierra de Gádor, florecen más de 300 variedades hortofrutícolas y de arbolado que lo convierten en el mayor centro de investigación agrícola y ensayo de la Península. Almería entera ha oído hablar de Las Palmerillas, la finca de la Caja, pero su consolidación como santo y seña de innovación es más conocida fuera de los límites provinciales que en sus dominios.
Se cumplen ahora 40 años de su bautizo y la finca, festoneada de invernaderos, balsas de riego, frutales y almacenes, sigue ensayando con variedades como la papaya, la pitanga, carambola, el lichi o la moringa, frutos poco familiares por estos llanos de tomates y pepinos.
Todo empezó en 1975, cuando la Caja Rural de Almería pudo obtener algunos beneficios tras la trágica riada de 1973 en la que auxilió a miles de campesinos que lo perdieron todo. Jesús Espinosa, presidente de la entidad, y Juan del Aguila, director gerente, decidieron comprar unas tierrecillas para hacer algunos experimentos entre balates. Junto a la Carretera de Málaga adquirieron 6 hectáreas, que después se ampliaron a 14, por un precio simbólico, a Miguel Sánchez Prados. Ya tenía entonces la rural almeriense otra finca de experimentación con cítricos en Rioja, denominada El Duende, y otra en El Saltador de Huércal-Overa para almendros y frutales de hueso, con una inversión global de 15 millones de las pesetas de entonces y con la visita del entonces ministro de Agricultura Virgilio Oñate.
Desde el primer momento se empezó a experimentar con nuevos cultivos como el aguacate, el kiwi, con nuevos plásticos, con sistemas de calefacción, ventilación, hidropónico. Cada día ha sido una nueva conquista en este vergel murgitano. Han ejercido desde entonces como directores Nicolás Castilla, José López Gálvez, Francisco Bretones, Jerónimo Molina, Jerónimo Pérez Parra, Roberto García Torrente y Mari Cruz Escudero.
Un laboratorio para el sector
Hay otras fincas experimentales como La Mayora en Málaga o La Merced en Jerez, pero ninguna alcanza el grado de variedad y complejidad tecnológica de Las Palmerillas, donde aún sobreviven esos primeras especies que le dan nombre, junto a un campo experimental de hierbas como el tomillo, lavanda, orégano y albaida que sirven de reservorio para plagas. Trabajan 33 personas, algunos con vivienda propia, y recibe más de 4.000 visitas anuales que vienen a aprender al mayor laboratorio de frutas y hortalizas de España.
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