Reactivada por un Griezmann genial, a la altura de los mejores jugadores del mundo cuando la situación para su país así lo requería, Francia se coló en cuartos con mucho por mejorar, pero también con muchos obstáculos superados. El que le puso Irlanda en Lyon fue de enjundia. Griezmann se echó a la espalda a 66 millones de franceses y sacó de la lavadora a un equipo que hasta su aparición no sabía cómo parar la centrifugadora que le atrapó.
Y es que Irlanda no juega, compite. No sale a verlas venir, sino que desafía. Sea en la Eurocopa, sea en Francia y sea el equipo anfitrión el que tenga enfrente. Quizá por ello en tres minutos dejó claro su mensaje, cuando los ecos de la Marsellesa aún retumbaban en la grada. Brady, el zurdo por el que pasa todo el balón parado irlandés, convirtió un penalti que torpemente había cometido Pogba sobre Long. Le pudo el ímpetu al centrocampista galo, que arrolló con sus patas de zancudo circense a una ardilla como es Long.
No necesitaba esos sobresaltos Francia, que venía de recibir el alta médica en la primera fase pero con heridas aún sin cerrar. Menos lo necesitaba ante una Irlanda que estaba dispuesta a defender cada balón como si hubiera un conflicto territorial detrás. Lo cierto es que no precisó de demasiada artillería, más bien le bastó con orden. Payet y Griezmann, los jugadores más creativos de Francia, eran los más alejados entre sí del dibujo, mientras que Pogba discutía con la pelota y veía bajar sus acciones en el mercado futbolístico del verano.
A los irlandeses les daba tiempo también de salir a hacer la compra. De hecho, Murphy y Duffy casi llenaron la bolsa en dos acciones de estrategia, ese salvoconducto que no diferencia entre equipos grandes y pequeños. Sólo reaccionó Francia cuando Griezman, motu proprio, decidió salir de su jaula en la derecha y participar más por dentro. Pudo empatar así Payet, de hecho, y el mensaje caló hasta en Deschamps, que se quitó el antifaz y al descanso centró al colchonero para situar a Coman por la derecha. Parece mentira que al seleccionador francés le cueste tanto adivinar que si hay una estrella entre sus jugadores, una que le puede salvar de situaciones así, esa es Griezmann. El sacrificado fue Kanté, con amarilla y esta vez con exceso de revoluciones encima.
Con el colchonero controlando el tráfico, Francia fue otra. De repente participó más Payet, se activó Matuidi, quiso liberarse Pogba. Lo que hasta entonces era un atasco en hora punta fue convirtiéndose en una pista por la que poder rodar. Matuidi lo intentó primero desde lejos, pero quien abrió la caja fuerte del partido fue Griezmann. Quién si no. Filtrándose por detrás del punta, como al le gusta, le dio la vuelta al choque. De cabeza anotó el empate tras un gran centro de Sagna y con la zurda puso a su equipo por delante poco después al aprovechar otra gran dejada de Giroud. Sólo él estaba capacitado para desvestir el partido como hizo, de la cabeza a los pies.
La expulsión de Duffy, también por zancadillear al propio Griezmann, cerró definitivamente las dudas en cuanto a la clasificación gala, pues Irlanda sacó la bandera blanca tras el aplastamiento al que había sido sometido por parte del jugador atlético. Aún le dio tiempo a Deschamps a comprobar que entre Giroud y Gignac, que remató al larguero y tuvo otras dos claras, tampoco hay mucha diferencia. Donde sí la hay, además descomunal, es entre Griezmann y el siguiente héroe francés. Francia es Griezmann, de hecho. Nadie más.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/100/especial-eurocopa-2016/109247/francia-es-griezmann