Las antiguas Ferias de Ganado, origen de las actuales, convocaban multitud de gente durante varios días y se formaban fiestas con bailes, atracciones, puestos de comida, etc. Concebidas como elementos de asueto, estas cumplían un fin social y popular, perdiendo ese carácter a medida que el poder político y religioso se hace cargo de las mismas.
El pueblo es el alma e identidad de la fiesta. Es la proclama oficial. Cuando lo único que se espera del mismo es una sumisa actitud consumista, sobre todo en lo que a atracciones, espectáculos y bocadillos de morcilla se refiere. En cuanto a señas de identidad, los vestidos de sevillana, el vino de Los Maños y los puestos de kebab, parecen aportar poco al respecto.
Actualmente no es necesario esperar un año para marearte en una noria o ponerte ciego de manzanilla, por lo que cabría preguntarse por el sentido de una feria pensada para una sociedad bastante más austera que la híper consumista de hoy.
Malabaristas, payasos, la increíble mujer barbuda, el hombre más fuerte del mundo, y el domador de leones eran las atracciones de antaño. Hoy el espectáculo está en la calle. Basta con dirigir la mirada hacia la gente de alrededor, e incluso mirarse al espejo.
Como si de una catalogación antropológica se tratase, todos somos dignos de ser identificados y clasificados respecto a algún estereotipo: La que va a los toros como si fuera a Ascot, la que luce vestido de faralaes en el tendido de sol, la pareja, ella maqueada como para un casting y él en bermudas y camiseta imperio, el que salió a la feria de mediodía y llega perjudicado al teatro, el que va de rociero, el que toma barbadillo con chaqueta y corbata a cuarenta grados a la sombra, el político gorrón que está en todos los saraos, el que lleva tres días sin dormir, el que sigue a la charanga por el paseo, el que se pelea con los municipales por haber aparcado mal, el abonado a los pinchos de cordero, el que carga con el enorme y horrible peluche que le ha tocado a la novia en la tómbola, el que vende albahaca, el tío del tambor, el de la ramita de romero en el bolsillo de la camisa, el niño que llora, el que se muere por salir en la foto de la caseta del periódico, el que escribe artículos pseudo intelectuales, etc.
Una propuesta por si alguien acepta el reto: Feriemon Go, una aplicación parecida a la de cazar Pokémons, y a gozar de la fiesta. Mientras tanto, pertenezcan a la categoría que sea, disfruten de la Feria.
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