Siempre hay una primera vez y en el caso de Hans Christian Andersen (1805-1875) autor de grandes éxitos de la literatura infantil : Pulgarcita, El Patito Feo, La Sirenita o El soldado de hojalata, entre muchos más, salió a la luz hace muy pocos años, el que puede ser su primer cuento y que ha permanecido oculto más de dos siglos en un archivo familiar y en el fondo de una caja.
Bajo el título The tallow candle, (La vela de sebo) el entonces joven estudiante de primaria Andersen narra la historia en 700 palabras, de una vela que se siente decepcionada e incomprendida ante las dificultades que tiene para encontrar su lugar en el mundo, hasta que un yesquero enciende la mecha y muestra su valor al poder iluminar en la oscuridad. Un hallazgo de gran importancia al tratarse del primer relato de Andersen y una muestra de su interés hacia la literatura infantil ya desde muy joven.
La noticia fue publicada en 2012 el diario danés Politiken que ofrece una versión traducida en inglés y cuenta que el manuscrito con el nombre de Andersen escrito en la tapa a tinta en páginas amarillas, fue descubierto por casualidad en el archivo regional de la isla Füneny por Esben Brage historiador de la localidad natal del escritor y con la siguiente dedicatoria "Para la señora Bunkeflod, de su devoto HC Andersen", una viuda a la que el escritor visitaba, le leía y le tomaba prestados libros cuando era niño.
El hijo del zapatero y la lavandera
Christian Andersen, nació en Odense , Copenhague el 2 de abril de 1805 , era hijo de un zapatero humilde y de una lavandera, orígenes que siempre consideró como un lastre y fantaseaba que era el hijo ilegítimo de un gran señor. Joven desgarbado y larguirucho, pero con una gran imaginación, Andersen tenía poco carisma para acertar con la gente, de ahí quizás uno de sus cuentos más famosos, ‘El patito feo’ y que podría considerarse un retrato de su persona, un cuento que esconde la moraleja : que niñas y niños aprendan a vivir respetando las diferencias y evitando los prejuicios.
Desde muy jovencito, Andersen aprendió varios oficios, pero ninguno de ellos le llevó a ningún lado, así que con 14 años se marchó a la capital danesa, Copenhague para ganarse la vida como actor y cantante. La aventura no tuvo el éxito que esperaba, aunque fue el primer paso de otros muchos viajes que le llevaron a hacer grandes amistades , entre ellas su amigo Charles Dickens, que además le sirvió como motivo de inspiración creativa que le convertiría en autor de más de 130 cuentos, traducidos en 125 lenguas , muchos de ellos en objeto de culto para lectores adultos, aún estando dirigidos a público infantil.
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